¡Buenos días!
Amanece en esta jornada de celestial otoño, estación a la que tanto venero y que jamás me defrauda. El cielo, celeste y raso, o de raso celeste. El sol lucirá, pues, sin mácula nubosa alguna, así que las máximas por los madriles se espera que lleguen hoy hasta los 16ºC. Así que meto las narices, no sé si inmiscuyéndome, en otro de mis matutinos para, sin tratar de eludir mis obligaciones, investigar por aquí y por allá hasta llegar a descubrir algo más de mí mismo.
Este fin de semana terminé de ver la serie de televisión, en Movistar+ y en dos arreones, "Celeste" (2024), creada por Diego San José, dirigida por Elena Trapé, e interpretada por Carmen Machi, Manolo Solo, Andrea Bayardo, Antonio Durán Morris, Aixa Villagrán, Clara Sans, Jesús Noguero, y Marc Soler. Es una miniserie de una sola temporada con 6 capítulos de unos 30 minutos de duración cada uno. De su directora había visto dos de sus tres largometrajes hasta la fecha, "Els encantats (Los encantados)" ("Els encantats", 2023) y "Las distancias" ("Les distàncies", 2018).
Una inspectora de hacienda, enviudada hace poco, que ha dedicado toda su vida a la Agencia Tributaria, recaudando impuestos y pillando infractores, ha decidido prejubilarse. En su último día en la oficina recibe la visita de su jefe, quien le pide que retrase un poco su merecido retiro para conseguir demostrar que Celeste, una mega estrella de la música latina, ha estado residiendo en España al menos 184 días del pasado año, la mitad de sus días más uno, y debe pagar aquí sus impuestos, lo que supondría para las arcas estatales unos 20 millones de euros, amén de la multa por haber intentado evadir impuestos e incluso acabar en la cárcel por delito fiscal.
Muy buena serie (nota: 7) sobre una funcionaria de lo más gris y sus tribulaciones, tributarias y personales, e implacables pesquisas para tratar de atrapar a la Celeste del título, proceso durante el cual su modo de ser irá cambiando, reconstruyéndose. Esta especie de sardónica comedia de investigación, de esas que te congelan la mueca risueña, de reír pero sin apenas reír, nos habla sobre la soledad, el abismo existencial (o no) que a algunos se les abre ante su jubilación, básicamente por no haber sabido hacer otras cosas más que su excesiva dedicación al trabajo, pero siempre hay tiempo para cambiar, nunca es tarde si la dicha es buena.
Ahora, como siempre, me siento en la obligación, no creo que tributaria, de dejar por aquí, en prenda y exentas de impuestos, estas citas de sabiduría ajena, que espero no nos defrauden:
- "El pensamiento está libre de impuestos". (Martin Lutero).
- "Los solteros deberían de pagar más impuestos: no es justo que algunos hombres sean más felices que otros". (Óscar Wilde).
- "Mi intención es poder demostrar que la máquina celestial no es como un ser divino, sino más bien como un reloj". (Johannes Kepler).
- "El que no tiene dos terceras partes de su jornada para sí mismo es un esclavo, sea lo que sea, político, comerciante, funcionario o erudito". (Friedrich Nietzsche).
- "Una de las características del adicto al trabajo es la costumbre de aplazar las decisiones. Con frecuencia, nuestras ocupaciones son una forma sutil de aplazar decisiones que deberíamos tomar". (Anne Wilson Shaef).
Besos y abrazos,
Don.
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