Otro
matutino que echa a volar con mi beneplácito, dejando el confortable nido que
le procuraba en mis entendederas. Ya volverá cuando quiera, cual hijo pródigo,
volviéndome a colmar de bienes y bienestar, y viceversa. Y también parece que
ha echado a volar por fin este remolón otoño, dejando atrás el cálido regazo
del veranillo tardío, tras los tormentosos chaparrones de ayer, que hoy siguen,
con el cielo muy gris de nubes volanderas que van y vienen suspendidas sobre
nuestras cabezas algo empapadas.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Viaje al cuarto de una madre",
de Celia Rico Clavellino, y con Lola Dueñas y Anna Castillo, dos enormes
actrices, y la segunda una por la que siento gran debilidad desde que la
descubrí y me fascinó. Es el debut en el largo de esta directora y guionista.
Una
mujer viuda hace poco y su hija viven en una humilde casa de un pueblo donde la
vida transcurre despacio. Mantienen un muy estrecho vínculo de apego y
complicidad al calor de una mesa camilla con brasero, apoyándose la una en la
otra para sobrellevar la reciente pérdida. La joven ha empezado a trabajar como
planchadora en la fábrica textil donde la madre trabajó toda su vida como
costurera. Pero no está conforme con su vida y aunque no se atreve a decirle
que quiere irse a trabajar a Londres, acaba por hacerlo. La madre no quiere que
se vaya, pero al final acepta, quedando sola con un gran vacío existencial, sin
saber muy bien como afrontarlo.
Una
espléndida película (nota: 8) que os recomiendo,
una pequeña delicia, muy grande en su sencillez, muy honda y sutil, narrada
estupendamente a base de silencios y gestos, más que con palabras, que me ganó
con el regusto, en el sabrosísimo retrogusto que me dejó pasado un rato tras su
visionado, cuando la rumiaba. Historia de una relación materno-filial, desde el
punto de vista materno, en el justo momento que la hija quiere liberarse del
cordón umbilical (ley de vida), y lo hace, pero conservándolo en la distancia,
a su manera, no necesariamente como la madre, las madres, querrían. También
historia sobre el solitario vacío emocional en el que las madres quedan cuando
los queridos hijos deben volar del nido. Y sobre su infinito amor, ese que
desparraman sobre sus retoños, a veces demasiado abrumador, aunque con
buenísima intención, por su bien, el de los hijos y el suyo propio.
Ahora
en la sección de sabiduría ajena, un par de frases de la directora del film
glosado hoy, mujer con la cabeza muy bien amueblada a la luz de lo visto y
sentido en la película y en estas mismas frases que van como anillo al dedo:
- "Querer bien, sin coartar al otro ni
renunciar a uno mismo, quizá sea una de las tareas más difíciles en las
relaciones paterno-filiales. Esta película pretende capturar esos momentos
delicados de la vida donde el amor se revela en el saber alejarse, en el dejar
ir". (Celia Rico Clavellino).
- "Esta historia surge de una sensación
física, como hija que se desprende del nido familiar: el confortable calor con
el que las faldas de una mesa-camilla me resguardaban del frío. O me
aprisionaban. No era fácil salir de aquel brasero. Podría haberme pasado horas
durmiendo la siesta bajo su regazo, cómodamente, mientras la vida transcurría
en otra parte, lejos del confort de la casa de mis padres". (Celia Rico Clavellino).
Besos
y abrazos,
Don.
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