viernes, 12 de diciembre de 2014

Otro realmente divino matutino que me sale de dentro

¡Buenos días!

Sí, y los amo sobre todas las cosas, aunque a veces diga su nombre en vano, bueno, no sigo más pues no voy a poner aquí todo el decálogo de mandamientos matutinos, que casi ni sé cual es, pero desde luego el que seguro sí que sigo es ese de que amaré al prójimo como a mí mismo, y dado lo bien que me quiero, pues imaginaros. Hoy seguimos con otro día de esplendoroso y agradabilísimo otoño, soleado y con alguna nube, que se vendrán a más a partir de mañana, pues los augurios meteorológicos vaticinan, a través de sus profetas los hombres del tiempo, que lloverá sábado y domingo. Amén.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Exodus: dioses y reyes" ("Exodus: gods and kings"), de Ridley Scott, y con Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Ben Kingsley, John Turturro, María Valverde, Ben Mendelsohn,  Golshifteh Farahani, y Hiam Abbass. De este veterano director había visto la mayoría de su larga filmografía, con sus altibajos, desde su debut con la sobresaliente "Los duelistas" ("The duellists", 1978), siguiendo por la estupenda "Alien, el octavo pasajero" ("Alien", 1979), y por esa obra maestra absoluta que es para mí "Blade runner" (1982); y terminando por la ultima suya que vi, su penúltima hasta ahora, "Prometheus" (2012).

Moisés, que desconoce su origen judío pues ha sido criado como hermano, no de sangre, del hijo del faraón, se cae del guindo, se enemista con su hermano ya faraón, es desterrado al desierto, sufre delirios por falta de agua y comida y cree ver a Dios (vamos, un espejismo del desierto de los de toda la vida), se vuelve un iluminado y lidera el éxodo en busca de una tierra no sé si prometida o jurada, más bien emigración forzada por las naturales plagas que asolaron el Egipto de entonces y el maltrato de sus habitantes a los judíos, vamos, nada que no suceda, haya sucedido, y seguirá sucediendo mientras haya humanidad... y animalidad, que los animales también migran cuando escasea el alimento, y sin tanta disquisición mística. Como veis, peculiar sinopsis que os dejo del episodio bíblico, sin las mágicas recreaciones del dichoso libro testamentario, tal vez debida a mis clásicos desvaríos mañaneros cuando todavía no me liberé de los morfeicos éteres de la somnolencia.

Una buena película, con sus más y sus menos, espectacular como corresponde a una gran producción, y que nos muestra a un Dios cruel, vengativo y guerrero con los que no comulgan con él, todo un dechado de virtudes, vamos, que despliega por todo el Antiguo Testamento. Todo un tirano que exige obediencia so pena de terribles desdichas. O eso, o es una invención de mesiánicos gobernantes de antaño para tener así bajo su terrorífico yugo a dóciles hordas de plebeyos. ¡Ah!, también debería ver este film el actual pueblo de Israel, a modo de espejo que le muestre que ahora ellos hacen de egipcios con sus convecinos. ¿Qué fue de aquel mandamiento de "no codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo"?... ¡Y cuanto mal hace eso del ojo por ojo!... Hace pocos meses vi otra adaptación de un episodio bíblico, "Noé" ("Noah") de Darren Aronofsky, que nada me gustó, así que la glosada hoy es mucho mejor, por comparación.

Ahora algo de sabiduría ajena, pensamientos que emigran de otras mentes hacia las nuestras, auténtico maná intelectual, comenzando y terminando por el más universal de los aforismos, presente en casi todas y cada una de las múltiples y diversas culturas que en el mundo son y han sido, y que he tomado en la forma más conocida para mí, porque me amamantaron con esa mitología, aunque no pueda amar a Dios sobre todas las cosas porque para mí está tan infinitamente alejado (o no próximo) que no existe:

 - "Ama al prójimo como a ti mismo".  (Evangelio de San Mateo 'Mt 22: 37-40', Nuevo Testamento, La Biblia).

Y yo amo a mis más allegados. Besos y abrazos,

Don.
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