A
dos manos, a diestro y siniestro, tecleo cada matutino de estos, sin sacar
apenas nota alguna, y que siempre terminan por acogerme bajo su techo y sacar
lo mejor de mí mismo, y no por accidente, sino gracias a su muy buena mano
izquierda, liberándome además de todo temor que pudiera atenazarme. El más
asfixiante verano sigue a lo suyo, acechándonos, no precisamente desde la
oscuridad, que el radiante sol, enturbiado por la plomiza calima, luce lo suyo,
difuso, hasta casi inmovilizarnos por mero sofoco. Otra jornada más nos espera
por los madriles de máximas rayanas en la cuarentena y con tropicales noches al
filo del insomnio en la que ni los fantasmas de cada cual se aparecen so pena
de evaporarse al instante.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Blackwood"
("Down a dark hall"), de Rodrigo Cortés, basado en la novela homónima
de Lois Duncan, y con Annasophia Robb y Uma Thurman. Es el cuarto largo de este
brillante director que me entusiasma, por lo que habla, escribe y rueda, de
quien había visto sus tres anteriores, más que excelentes, "Luces rojas" ("Red lights", 2012), "Buried (Enterrado)" ("Buried", 2010), y
"Concursante" (2007). Y su corto "15 días" (2000). Todos recomendabilísimos.
Una
problemática adolescente es enviada por sus padres, que no logran hacer carrera
de ella, a un peculiar internado, Blackwood, un lúgubre caserón donde seguirá
un programa experimental de enseñanza al cargo de una inquietante institutriz y
sus profesores. Allí se encontrará con sus únicas cuatro nuevas compañeras de
clase, y gracias a los novedosos métodos docentes conseguirán sacar lo mejor de
cada una de estas díscolas adolescentes, manifestando talentos que ignoraban
poseer. Pero también comenzarán a tener extraños sueños y visiones que les
hacen dudar de la frontera entre realidad y ensoñación. Cuando empiecen a tomar
conciencia del motivo por el que allí se encuentran, quizá empiece a ser
demasiado tarde para salir de allí.
Una
buena película en general (nota: 6), este thriller de
suspense con toques fantásticos, que sin embargo no me gustó como tantísimo lo
hicieron las anteriores de este director. Tal vez fuera porque el tema no era
muy de mi interés y no llegó a atraparme, o porque no era una historia escrita
por su director, era un encargo, no sé. No obstante, es mucho mejor que otras
del género, ¿tontorrón terror adolescente?, pues no se queda en la mera
sucesión de sustos y sobresaltos, que aquí apenas los hay, y ni falta que hace,
pues nos habla de otros temas, como de fomentar los talentos de cada cual, que
todo el mundo tiene los suyos, del abuso de medicamentos, que muchas veces
matan el talento, del de los móviles, de la talentosa genialidad, y del
obsesionarse con una única disciplina, como maldición, y del precio a pagar por
ello, del arte y sus luces y sombras, de volver al pasado y no mirar adelante,
so pena de convertirse en estatuas de sal, de la adolescencia como periodo de
crecimiento, de saber quién será uno en la vida, con sus miedos y oscuros
abismos, plenos de preguntas y sin apenas respuestas, y de...
Ahora
unas citas de sabiduría ajena que he rescatado de por ahí, con la idea de poder
disipar cualquier eventual tiniebla de nuestras entendederas:
- "Se puede ser un gran sabio y seguir
siendo un eterno niño ante los problemas de la vida". (Friedrich Wilhelm Foerster).
- "Nuestro gran error es intentar obtener
de cada uno en particular las virtudes que no tiene, y desdeñar el cultivo de
las que posee". (Marguerite
Yourcenar).
- "Desciende a las profundidades de ti
mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con
la buena conducta". (Sócrates).
Besos
y abrazos,
Don.
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