Al
filo de la agradable tarde de ayer, por muy tórrida que hubiera sido, cuando me
disponía a comenzar a elucubrar sobre este matutino de hoy, que saldrá a la luz
con los primeros rayos de esta mañana, todavía dulcemente fresca, pues pronto
entraremos en ebullición gracias a los 41ºC (casi 106ºF) de máxima prevista
para hoy, empecé a asomar de mi refugio contra la canícula, la sala oscura del
cine, y a reflexionar libremente sobre esto y aquello, de todo lo cual me quedó
este matutino de hoy, que espero a nadie moleste... o sí, que así se sale de la
no muy conveniente zona de confort y es posible que algo cambie en nosotros, y
como consecuencia en lo que nos rodea.
Pues
eso, ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Un atardecer en la Toscana"
("Slodki koniec dnia", o bien "Dolce fine giornata"), de
Jacek Borcuch, y con Krystyna Janda, Kasia Smutniak, Vincent Riotta, Antonio
Catania, y Lorenzo de Moor. Es el primer largo que veo de este director polaco.
En
un pequeño pueblo de la Toscana, Volterra, en una casa de campo a las afueras,
vive con su familia (marido, hija y dos nietos), una prestigiosa escritora
polaca que acaba de ganar el Nobel de Literatura, que lleva décadas viviendo
allí, y que mantiene un romance secreto con un joven emigrante egipcio de la
localidad. Poco antes de recibir un pequeño premio honorífico concedido por su
ayuntamiento, se produce en Roma un gravísimo atentado terrorista, y en el discurso
de aceptación, al hilo de la actualidad, pronuncia unas palabras muy polémicas,
libérrimas, mal interpretadas y opuestas a lo comúnmente considerado como
políticamente correcto, que provocan el espanto general, a la par que anuncia
que renuncia al Nobel como protesta contra la intolerable política de la Unión
Europea en la cuestión migratoria. A partir de ese momento, todo en su derredor
comenzará a derrumbarse.
Una
buena película (nota: 6) que nos plantea ciertas cuestiones incómodas,
sobre todo para el común de los mortales, a los que pensar por sí mismos les
cansa y buscan la comodidad de los fáciles lugares comunes que otros les venden
(muy caro)... bueno, que me voy del hilo, tal vez, lo retomo... historia que
nos hace reflexionar sobre la inmigración, la identidad europea, el miedo al
otro, la xenofobia, el auge de las intolerancias, la libertad artística;
acabando con una muy metafórica escena final sobre el amordazamiento, o
encarcelamiento, de la libertad de pensamiento, a la que se ponen espinosos
límites, lugar al que parece tendemos a ir en esta presuntamente democrática
Europa, de intolerantes e intolerables extremismos en alza. Paradojas de la
vida.
Ahora,
al final de este matutino, unas citas de sabiduría ajena que más que mecernos
en dulce placidez espero provoquen turbulencias mentales que seguro nos hacen
mejores:
- "Medite al atardecer, mirando las
estrellas y acariciando a su perro, es un remedio infalible". (Ralph Waldo Emerson).
- "El atardecer de la vida trae consigo
su lámpara". (Joseph Joubert).
- "La base de nuestra civilización está
en la libertad de cada uno, en sus pensamientos, en sus creencias, sus
opiniones, su trabajo y sus ocios".
(Charles de Gaulle).
- "Sólo el que sabe es libre, y más libre
el que más sabe... Sólo la cultura da libertad... No proclaméis la libertad de
volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que
hay que dar al pueblo es la cultura".
(Miguel de Unamuno).
Besos
y abrazos,
Don.
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