¡Buenos
días!
La
inmensa destreza para orientar mi tránsito por el tiempo en el que vivo de
estos matutinos que me acogen cada vez que vengo a ellos no tiene parangón con
casi nada más. No ceso de aprender habilidades vitales que luego debo practicar
una vez que soy puesto a prueba por los acontecimientos que van sucediendo a mi
paso. Seguimos de días de suave invierno, más bien otoñales, en los que llueve,
pero no nos confiemos, que ya sabemos, por lo aprendido en la experimentada
escuela de años anteriores, que en cualquier momento saltará sobre nosotros el
frío casi polar que es propio de esta estación. Estemos prevenidos para
sobrellevarlo o sortearlo, según sea el caso.
Este
fin de semana estuve en el cine viendo "The Grandmaster"
("Yut doi jung si", "Yi dai zhong shi", según sepáis chino
cantonés o mandarín), de Wong Kar Wai, y con Tony Leung y Zhang Ziyi (para mí,
una de las mujeres más preciosas de este mundo). De este magistral director de
cine, salvo sus tres primeros, he visto todos sus demás largos, a saber,
"My blueberry nights" (2007),
"2046" (2004),
"In the mood for love (Deseando amar)" ("Fa yeung nin wa",
2000) y que tengo en mis más excelsos altares cinéfilos, "Happy together"
("Chun gwong cha sit", 1997),
"Fallen angels" ("Duo luo tian shi", 1995),
y "Chungking express" ("Chung Hing sam lam", 1994).
Ip
Man, el que llegaría a ser gran maestro de kung fu, y que tuvo entre sus
discípulos al mítico Bruce Lee, vive acomodadamente en Foshan, una ciudad china
del sur, casado y con hijos, estando muy bien considerado en su comunidad como
excelente luchador y dominador de una particular forma de pelear. Allí llega un
reputado gran maestro de las artes marciales con la idea de jubilarse, junto
con su hija y heredera de una letal técnica de combate, desplazados por la
guerra de Manchuria de los años 30 contra los japoneses. Nuestros protagonistas
vivirán esos convulsos años hasta el fin de la II Guerra Mundial, hasta que en
los años 50 se instalen en Hong Kong, donde se están fundando múltiples
escuelas de diversos estilos, en la época dorada de las artes marciales chinas.
Una
fascinante película, como no podía ser menos en este director, caracterizado
por su preciosismo estético y sucesión en imágenes de estados de ánimo, del
género wuxia, sobre caballeros (y damas) de las artes marciales, popularísimo
por allí, terreno en el que también entraron otros prestigiosísimos directores
orientales, como Ang Lee o Zhang Yimou, dignificándolo (a los ojos
occidentales). Un muy grandioso espectáculo visual, de sobresalientes banda
sonora y portentosa factura visual de hermosísimas imágenes, repaso a cierto
periodo de la historia china desde un punto de vista mitificado. Una historia
épica con mucho más que trepidantes escenas de acción, en el que las artes
marciales no son sólo un entrenamiento o una forma de defensa, sino una forma
de pensar y de vida. Sin embargo el film tuvo irregularidades, momentos
confusos y que le sobraban, pero era tal el magnetismo de sus maravillosas
imágenes que eso me daba igual y no podía despegar mi vista de ellas.
Ahora
algo de sabiduría ajena, que seguro nos ayuda a tratar de alcanzar el nivel de
maestría en nuestro desarrollo vital:
- "Practicar hace maestro; que no leer
en el cuaderno". (refrán).
- "El uso hace diestro, y la destreza,
maestro". (refrán).
- "Yo no temo al hombre que ha lanzado
diez mil patadas diferentes, yo temo al hombre que ha lanzado una misma patada
diez mil veces". (Bruce Lee).
- "No tener ningún camino como camino,
no tener ninguna limitación como limitación". (Bruce Lee).
- "No te establezcas en una forma,
adáptala y construye la tuya propia, y déjala crecer, sé como el agua. Vacía tu
mente, sé amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se
convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella.
Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o
puede chocar. Sé agua, amigo mío".
(Bruce Lee).
Besos
y abrazos,
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