lunes, 5 de septiembre de 2016

Matutino de cuerdas y recuerdos, dudo si algo cuerdo

¡Buenos días!

Vuelvo con otro matutino, que ya no sé -tal vez se me olvidó- si me tienen tan sorbido el seso como al Quijote los libros de caballerías, lo tomo en mis manos, y lo taño con la esperanza que suenen más o menos armoniosamente las palabras que voy desgranando en ellos. Por lo demás, este verano terminal parece tener cuerda para rato, y además se nos pone pesado (máxima prevista para hoy de 38ºC), así que no nos queda otra que darle cuerda, y se exprese como le apetezca, con la esperanza de que se nos canse y deje en paz, que el equinoccio otoñal está por venir, nuevos tiempos.

Este fin de semana estuve en el cine viendo una de animación, de las de stop-motion asistidas por ordenador. Se trató de "Kubo y las dos cuerdas mágicas" ("Kubo and the two strings"), de Travis Knight. Es el primer largo de este director, pero ya había intervenido en dos anteriores films de animación, de estética visual bastante parecida al hoy glosado: "El alucinante mundo de Norman" ("ParaNorman", 2012) de Chris Butler y Sam Fell, y "Los mundos de Coraline" ("Coraline", 2009) de Henry Selick.

En un Japón legendario y de fantasía, Kubo es un chaval que se gana la vida narrando historias con su guitarra mágica que da vida a hojas de papel que se transforman en figuras de papiroflexia para representar animadamente sus cuentos, a la vez que cuida de su madre enferma. Un día, unos espíritus del pasado se le aparecen buscando rematar una venganza contra él, para lo que deberá embarcarse en una aventura tratando de localizar una espada y armadura invencibles que pertenecieron a su padre, el más poderoso samurái de todos los tiempos, y que le ayuden a sobrevivir en su lucha contra los monstruos y dioses que le persiguen.

Una muy buena película (nota: 7), de muy sobresalientes maneras y elementos técnicos, pero cuya historia, salvo excelentes momentos sueltos, no me llegó del todo. Con los mismos mimbres pero tramados de otro modo me hubiera parecido una absoluta maravilla... tal vez fuera que su mezcla de cine oriental y occidental no estuviera perfectamente conjugada. De todas formas, este cuento es muy original, y no precisamente para niños, si son pequeños, que es más para adultos, adolescentes y preadolescentes, dado lo oscuro, casi necrofílico (marca de la casa, la factoría de animación) de la historia, la del muchacho protagonista que busca a su familia, y de paso a sí mismo, a la par que va aprendiendo de la vida. También va de la necesidad de contar historias que nos ayuden a mantener recuerdos del pasado, y de cómo estos se crean... o inventan.

Ahora algo de sabiduría ajena, que seguro nos ayuda si alguna vez nos encontráramos en la cuerda floja:

 - "Hay cuerdas en el corazón humano que sería mejor no hacerlas vibrar".  (Charles Dickens).

 - "La amistad es como la música: dos cuerdas del mismo tono vibrarán ambas, aunque sólo toquéis una".  (Francis Quarles).

 - "En una vida sin penas, acaban por relajarse las cuerdas del alma".  (Johannes Kepler).

 - "Cuando recordar no pueda,
¿dónde mi recuerdo irá?
Una cosa es el recuerdo
y otra cosa es recordar".  (Antonio Machado).

Besos y abrazos,

Don.
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