¡Buenos
días!
Vuelvo
con otro matutino, que ya no sé -tal vez se me olvidó- si me tienen tan sorbido
el seso como al Quijote los libros de caballerías, lo tomo en mis manos, y lo
taño con la esperanza que suenen más o menos armoniosamente las palabras que
voy desgranando en ellos. Por lo demás, este verano terminal parece tener
cuerda para rato, y además se nos pone pesado (máxima prevista para hoy de
38ºC), así que no nos queda otra que darle cuerda, y se exprese como le
apetezca, con la esperanza de que se nos canse y deje en paz, que el equinoccio
otoñal está por venir, nuevos tiempos.
Este
fin de semana estuve en el cine viendo una de animación, de las de stop-motion
asistidas por ordenador. Se trató de "Kubo y las dos cuerdas mágicas"
("Kubo and the two strings"), de Travis Knight. Es el primer largo de
este director, pero ya había intervenido en dos anteriores films de animación,
de estética visual bastante parecida al hoy glosado: "El alucinante mundo de Norman"
("ParaNorman", 2012) de Chris Butler y Sam Fell, y "Los mundos de Coraline" ("Coraline", 2009)
de Henry Selick.
En
un Japón legendario y de fantasía, Kubo es un chaval que se gana la vida
narrando historias con su guitarra mágica que da vida a hojas de papel que se
transforman en figuras de papiroflexia para representar animadamente sus
cuentos, a la vez que cuida de su madre enferma. Un día, unos espíritus del
pasado se le aparecen buscando rematar una venganza contra él, para lo que
deberá embarcarse en una aventura tratando de localizar una espada y armadura
invencibles que pertenecieron a su padre, el más poderoso samurái de todos los
tiempos, y que le ayuden a sobrevivir en su lucha contra los monstruos y dioses
que le persiguen.
Una
muy buena película (nota: 7), de muy sobresalientes maneras y elementos
técnicos, pero cuya historia, salvo excelentes momentos sueltos, no me llegó
del todo. Con los mismos mimbres pero tramados de otro modo me hubiera parecido
una absoluta maravilla... tal vez fuera que su mezcla de cine oriental y
occidental no estuviera perfectamente conjugada. De todas formas, este cuento
es muy original, y no precisamente para niños, si son pequeños, que es más para
adultos, adolescentes y preadolescentes, dado lo oscuro, casi necrofílico
(marca de la casa, la factoría de animación) de la historia, la del muchacho
protagonista que busca a su familia, y de paso a sí mismo, a la par que va
aprendiendo de la vida. También va de la necesidad de contar historias que nos
ayuden a mantener recuerdos del pasado, y de cómo estos se crean... o inventan.
Ahora
algo de sabiduría ajena, que seguro nos ayuda si alguna vez nos encontráramos
en la cuerda floja:
- "Hay cuerdas en el corazón humano que
sería mejor no hacerlas vibrar".
(Charles Dickens).
- "La amistad es como la música: dos
cuerdas del mismo tono vibrarán ambas, aunque sólo toquéis una". (Francis Quarles).
- "En una vida sin penas, acaban por
relajarse las cuerdas del alma".
(Johannes Kepler).
- "Cuando recordar no pueda,
¿dónde
mi recuerdo irá?
Una
cosa es el recuerdo
y
otra cosa es recordar". (Antonio
Machado).
Besos
y abrazos,
Don.
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