martes, 23 de abril de 2019

Gracias a mis matutinos

¡Buenos días!

Inmensa suerte la mía por tenerlos a mi lado, apoyándome desde el limbo en que se encuentren... el de mis propios desvaríos mentales que les dan forma, con algo de dificultad, dados sus frecuentes desparrames. No se lo tengo en cuenta, pues sé que es su manera de ser y a mí no me importa, es más, me encanta que sean así, tan divinos. Quid pro quo. Es más, lo mismo me pasa con la voluble primavera, que hoy, y en próximos días, tan juguetona como siempre, vuelve a sus travesuras remedando el otoño-invierno, con cielo gris, lluvias, y fresquete ventoso. La máxima prevista para hoy por los madriles es de 13ºC

Este fin de semana estuve en el cine viendo "Gracias a Dios" ("Grâce à Dieu"), de François Ozon, y con Melvil Poupaud, Denis Menochet, y Swann Arlaud. De este director había visto ocho de sus anteriores largos, casi todos estupendos cuando menos: "El amante doble" ("L'amant double", 2017), "Frantz" (2016), "Una nueva amiga" ("Une nouvelle amie", 2014), "Joven y bonita" ("Jeune & jolie", 2013), la magistral "En la casa" ("Dans la maison", 2012), "Potiche, mujeres al poder" ("Potiche", 2010), "Swimming Pool (La piscina)" ("Swimming pool", 2003), y "8 mujeres" ("8 femmes", 2001).

Un devoto católico de Lyon (Francia), en la cuarentena, casado y con cinco hijos, descubre casualmente, y con gran sorpresa (y espanto), que el sacerdote que abusó de él durante varios años cuando era un niño sigue tratando con chavales (con monaguillos, en catequesis, en excursiones al campo, etc.). Prometieron entonces a su familia que lo apartarían del trato con la infancia. Aprovechando que el recién nombrado Papa Francisco manifiesta su intención de luchar contra la pederastia en el seno de la Iglesia, escribe a su cardenal contándole su caso con la confianza de que haga algo sobre la cuestión. Tras varios meses de espera hasta ser recibido y ante la decepcionante respuesta de la jerarquía eclesial, toma la decisión de denunciarlo ante la policía, aun a sabiendas de que el delito ha prescrito, pero con la esperanza de que otros más jóvenes puedan irse sumando y haya causa (judicial), pues sospecha que hubo muchos otros casos más de damnificados por ese cura a lo largo de su extensa carrera... amén de la también muy punible complicidad silenciosa (encubrir, esconder la basura bajo la alfombra) de toda la curia (diocesana y pontificia).

Una estupenda película (nota: 8), basada en el caso real de un cura francés que abusó de al menos 70 chavales (que se sepa), necesaria revelación cinematográfica, oportunamente estrenada en Jueves Santo, del calvario por el que pasaron aquellos chavales, hoy hombres hechos y derechos, algunos de los cuales resucitaron de aquel trance mejor que otros. Con serenidad, sin levantar la voz, sin tremendismos, demoledora denuncia de las miserias de una institución tan anquilosada que se va desmoronando por su propio peso, el de su incomprensión... se creen Dios, lo que debería ser pecado para ellos mismos, al menos de soberbia, y cual diletantes todavía no se han dado cuenta del mundo en que viven.

Thriller en su primera mitad, cuando se siguen los tortuosos intentos (sin premio) del devoto feligrés, no por lavar los trapos sucios en la propia institución, sino porque esta haga pública (y verdadera) contrición de sus pecados; y drama testimonial en la segunda en la que se libera, a través de la palabra, rompiendo el silencio, el pasado sufrimiento de las víctimas, arrojando un chorro de luz sobre la muy turbia obcecación de la jerarquía eclesial por disculpar lo moralmente (y judicialmente) condenable, por perdonar lo imperdonable (por reiteración), silenciando muy feos crímenes. Víctimas que formaron una asociación de afectados, cuyas acciones provocaron el cambio de la ley en lo que respecta a la prescripción de cierta clase delitos (en Francia).

Ahora en la sección de sabiduría ajena tan solo un agradecimiento con el que me reafirmo, una autoafirmación, una autoconfirmación (mejor esto, pero sin hostias de por medio, que soy pacífico):

 - "Gracias a Dios, todavía soy ateo".  (Luis Buñuel).

Amén, Don Luis. Besos y abrazos,

Don.
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