¡Buenos
días!... Quería decir... ¡bonjour, guten morguen!
No
os miento si os digo que estos matutinos son una mentira, una ficción, para
hacernos sentir algo mejor anímicamente, y al menos conmigo lo consiguen, ante
los eventuales avatares, más o menos trágicos, que la vida nos pueda deparar, y
que también pueden ayudarnos a reconciliarnos con y enamorarnos de todo lo que
nos rodea, porque todo es digno de tal cosa. La mañana invernal se nos ha
despertado algo menos fría que durante estos días de festejo de fin de año, y
tenemos prevista una máxima por los madriles de 7ºC, con una mínima esta
madrugada levemente por debajo del punto de congelación. Un día de invierno que
no esconde sus intenciones, por buenas que sean, y se nos presenta tal cual.
Este
fin de semana estuve en el cine viendo "Frantz", de
François Ozon, y con Paula Beer (guapísima y excelente actriz), Pierre Niney,
Ernst Stötzner, Marie Gruber, Johann von Bülow, Anton von Lucke, Cyrielle Clair,
y Alice de Lencquesaing. Está basada libremente en una obra de teatro de
Maurice Rostand, "El hombre al que maté ("L'homme que j'ai tué",
1925), y que también inspiró el film de Ernst Lubitsch
"Remordimiento" ("Broken lullaby", 1931).
De
este director había visto seis de sus anteriores largos, todos excelentes,
salvo el más reciente, que no me llegó, casi uno por año desde que debutó en
1997, a saber, "Una nueva amiga" ("Une nouvelle amie", 2014),
"Joven y bonita" ("Jeune & jolie", 2013),
la magistral "En la casa" ("Dans la maison", 2012), "Potiche, mujeres al poder" ("Potiche", 2010),
"Swimming Pool (La piscina)" ("Swimming
pool", 2003), y "8 mujeres" ("8 femmes", 2001).
En
una pequeña ciudad alemana, al poco de acabar la I Guerra Mundial, una bella
joven va todos los días a la tumba de su prometido, Frantz, muerto en Francia,
en las trincheras de la guerra. Un día, observa a un misterioso joven que
también deja flores en la tumba, profundamente emocionado. Es un francés cuya
estancia allí provocará encontradas reacciones en un lugar marcado a fuego por
la humillante derrota y la muerte de la mayoría de sus hijos en el frente.
Una
espléndida película (nota: 8), que os recomiendo,
este drama romántico pleno de sutileza, sensibilidad y profundidad, que fluye
con pausada elegancia, cierto suspense e inesperados giros, varios, nada
bruscos, con personajes que ocultan sus verdaderas intenciones por uno u otro
motivo, lo que lleva a algunos malentendidos, y en donde casi nada es lo que
pudiera parecer. Historia, que rezuma antibelicismo, de dos almas profundamente
doloridas, perdidas por la pérdida, pero de un modo distinto en cada caso, el uno
en busca de perdón que cure sus remordimientos, y la otra de un aliciente que
la saque de su tristeza casi platónica. Con una factura formal deslumbrante,
este inteligentísimo guión, como siempre en este realizador y guionista, ya un
maestro diría yo, nos habla sobre todo de la mentira, especialmente como
bálsamo que nos aplican, o nos aplicamos nosotros mismos, para curar nuestras
penas, pero también de la culpa, y del enamoramiento y sus sinsabores.
Pues
antes de despedirme a la francesa, toca algo de sabiduría ajena, de la que
espero francamente aprender algo:
- "Los pleitos no durarían tanto si la
culpa no estuviese más que en una de las partes". (François de la Rochefoucauld).
- "El carácter de una persona lo
determinan los problemas que no puede eludir y el remordimiento que le provocan
los que ha eludido". (Arthur
Miller).
- "Enamorarse no es lo difícil, pero sí
acertar a expresar ese estado".
(Alfred de Musset).
- "La franqueza tiene sus límites,
allende los cuales pasa a ser necedad". (Jaime Balmes).
Besos
y abrazos,
Don.
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