martes, 16 de abril de 2019

La fugaz floración matutina: mi anímico alimento

¡Buenos días!

Otro matutino más que me abre su interior durante el breve instante del alba para enseguida deshojarse y flotar al albur de los bits electrónicos antes de posarse levemente, quien sabe donde, hasta aparentemente desaparecer justo después de los besos y abrazos. Pero no importa, que volverá inminentemente en otra mañana del mañana, y así una vez tras otra, cual especie de maná que me alimenta las ganas de seguir disfrutando de lo que me toque vivir. Mañana soleada, algo brumosa, que enseguida disipará, con 23ºC de máxima prevista. Aprovechadlo, que pronto volverán las grises nubes y las lluvias, que también habrá que disfrutar, pero de otro modo. Al fin y al cabo todo es primavera. Carpe diem.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo una maravillosa película que desde ya os recomiendo encarecidamente, muy encarecidamente que vayáis a ver. Se trató del anime "Quiero comerme tu páncreas" ("Kimi no suizô wo tabetai"), de Shin'ichirô Ushijima, basado en el manga homónimo (publicado on line en 2014) de Yoru Sumino. Es el primer largo de este director nipón

Un estudiante adolescente, solitario y muy introvertido, siempre leyendo libros, que no siente el más mínimo interés por relacionarse con los demás, cuando está en la sala de espera de un hospital se encuentra olvidado un libro manuscrito titulado "Convivir con la muerte", y empieza a leerlo. Se trata del diario íntimo de una joven, compañera suya en el instituto, que enseguida aparece para reclamarlo cuando apenas ha leído un poco, y le cuenta que padece una grave enfermedad terminal de páncreas (salvo sus padres, nadie más lo sabe) y que ha decidido disfrutar al máximo el poco tiempo que le queda de vida. A pesar de su frialdad consigue involucrarlo en tal tarea. Poco a poco la peculiar relación de amistad entre ambos se irá asentando, lo que acabará por cambiar la vida del chaval.

Maravillosa película, exquisita (nota: 10) y que me cautivó sin remisión. El estilo de animación no es para tirar cohetes, pero ¡qué más da!, la historia que se nos narra, formidablemente por cierto, es tan arrobadora que enseguida te olvidas y entras en su poética hermosura (imágenes de fondo incluidas). Preciosa película, cuajada de esa delicadeza tan típicamente oriental, sobre amistad, quizá amor puro y profundo, sobre vivir la vida, tan efímera como la floración de los cerezos, lo mejor que se pueda y rodeados de las personas que nos quieren. Todo un canto a la vida y a su disfrute a cada momento que podamos. Me conmovió profundamente, con sereno fluir lacrimal, nada torrencial, esta historia entre chico rarito sin ilusión por vivir y chica de desbordante vitalidad que gusta a todos, dos polos opuestos que acaban por conectar, pues se necesitan mutuamente.

Imprescindible por lo que a mí respecta, no os la perdáis... ni tampoco, si vais a verla, la coda final de un par de minutos, tras los varios minutos de créditos finales en los que suena una bonita canción, como el resto de la banda sonora. Por cierto, me recordó, amén de a otras más, a dos películas: "Yo, él y Raquel" ("Me & Earl & the dying girl", 2015) de Alfonso Gómez Rejón, cuyo planteamiento argumental es muy similar; y a "Mi vida sin mí" ("My life without me", 2003) de Isabel Coixet, por eso de los propósitos a cumplir antes de la inminente muerte. Ambas tan sublimes como la hoy glosada. Las tres, de diez.

Ahora unas citas de sabiduría ajena, alimento para nuestras entendederas que espero devoréis con fruición y aprovechamiento:

 - "¡Qué raro y maravilloso es ese fugaz instante en el que nos damos cuenta de que hemos descubierto un amigo!".  (William Rotsler).

 - "Se va la juventud año tras año; los días de primavera son fugaces y las frágiles flores mueren pronto. El sabio nos advierte que la vida es tan sólo una gota de rocío en una hoja de loto".  (Rabindranath Tagore).

 - "¿Qué es la vida eterna sino aceptar el instante que viene y el instante que se va?".  (Cesare Pavese).

Besos y abrazos,

Don.
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