¡Buenos días!
Tengo una inmensa suerte de
compartir mi vida con estos jóvenes matutinos, que hace poco debieron cumplir
los quince, no sé exactamente cuando, y que son más bonitos que un San Luis, y
la niña de mis ojos. Ojos con los que me dejo extasiar ante la arrobadora
belleza y sensualidad de estos días de primavera anticipada, con sol y fresco
calorcito, que no adolece de nada, y que me hacen regresar a mis pasados, muy
pasados, días de adolescencia, por las sensaciones que me provoca.
Este fin de semana estuve en
el cine viendo "Joven y bonita" ("Jeune
& jolie"), de François Ozon, y con Marine Vacth (un bellezón),
Géraldine Pailhas, y Frédéric Pierrot. De este director había visto, hasta
ahora, sólo cuatro de sus anteriores trece largos, todos excelentes, y
magistral el más reciente: "En la casa" ("Dans la maison",
2012),
"Potiche, mujeres al poder" ("Potiche", 2010),
"Swimming Pool (La piscina)" ("Swimming pool", 2003),
"8 mujeres" ("8 femmes", 2001).
Una hermosísima joven cumple
17 años durante las vacaciones de verano que pasa con su familia (padres y
hermano pequeño) en una playa del sur. Allí vivirá su primera experiencia
sexual con otro joven veraneante. De vuelta, durante ese curso escolar que va a
comenzar, compagina su vida familiar y de instituto con citas con hombres de
diversa edad en hoteles de lujo donde practica sexo a cambio de dinero. Citas
concertadas a través de móvil e internet. Su acomodada familia la quiere, pero
no se siente feliz.
Otra estupenda película de
este director francés, con su inteligente mirada, algo perversa y maliciosa,
pelín retorcida, hacia lo que trata de escrutar, en este caso del retrato de
los adolescentes actuales, de su despertar sexual y búsqueda de su lugar en el
mundo, bastantes veces en contraposición a lo que sus padres piensan, a través
del misterioso personaje principal (tanto como el otro adolescente de su
anterior film, "En la casa"), que ni necesita el dinero ni parece
disfrutar con el sexo (desconocemos sus motivos), durante un año escolar con
sus cuatro estaciones, y todo contrapunteado por cuatro canciones de Françoise
Hardy, que hablan de amoríos adolescentes, bien románticos, bien desgraciados o
desilusionados ... y por un poema de Arthur Rimbaud.
Ahora, en la sección de
sabiduría ajena, ese bonito poema de Rimbaud, cuya versión original podéis leer
aquí,
que es el leitmotiv del film glosado hoy, y que se recita al poco de comenzar
el film (os lo pongo traducido):
"Con diecisiete años,
no puedes ser formal.
¡Una tarde, te asqueas de
las jarras de limonada,
de los cafés ruidosos de
resplandeciente lustre!
Y te vas bajo los tilos
verdes de la alameda.
¡Qué bien huelen los tilos
en las tardes de junio!
El aire es tan agradable que
hay que cerrar los párpados;
Y el viento rumoroso -la
ciudad no está lejos-
trae aromas de vides y
aromas de cerveza.
De pronto puede verse en el
cielo un harapo
de azul mar, que la rama de
un arbolito enmarca
y que una estrella hiere,
fatal, mientras se funde
con temblores muy dulces,
pequeñita y tan blanca...
¡Diecisiete años!, ¡noche de
junio! Te emborrachas.
La savia es un champán que
sube a tu cabeza...
Divagas; y presientes en los
labios un beso
que palpita en la boca, como
un animalito.
Loco, robinsonea tu corazón
por las novelas,
cuando a la claridad de un
pálido farol
pasa una señorita de
encantador aspecto,
bajo la sombra de falso
cuello horrible de su padre.
Y como cree que eres
inmensamente ingenuo,
mientras hace trotar sus
pequeños botines,
se vuelve, alerta y, con un
gesto expresivo...
Y en tus labios, entonces,
muere una cavatina...
Estás enamorado. Alquilado
hasta agosto.
Estás enamorado. Se ríe de
tus versos
Tus amigos se van, estás
insoportable.
¡Y una tarde, tu adorada, se
digna en escribirte...!
Y esa tarde... te vuelves al
café luminoso,
pides de nuevo jarras llenas
de limonada...
Con diecisiete años no
puedes ser formal,
cuando los tilos verdes
coronan la alameda". (Arthur
Rimbaud).
Besos y abrazos,
Don.
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