¡Buenos
días!
Acaba
de nacer la mañana y ya ni me acuerdo de los chaparrones de pasados días, con
el sol que asoma por entre las cada vez más ralas y blanquecinas nubes. Según
las previsiones, cada vez habrá menos nubosidad y las temperaturas irán
subiendo a lo largo de esta semana casi diez grados, desde rondar hoy los 20ºC
de máxima, hasta coquetear con casi los 30 desde mediados de esta semana. Así
que no nos quedará otra que dejarnos llevar por esta dulzura primaveral y
querer y dejarnos querer con pasión, con la que naturalmente nos infunde esta
juvenil y lozana estación en la que estamos.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Tres recuerdos de mi juventud"
("Trois souvenirs de ma jeunesse"), de Arnaud Desplechin, y con
Quentin Dolmaire, Lou Roy-Lecollinet y Mathieu Amalric. De este director
francés tan sólo había visto uno de sus anteriores films, "Un cuento de Navidad" ("Un conte de Noël",
2008).
Un
doctor en antropología, ya cincuentón, regresa a Francia tras haber pasado
muchos años investigando en Tayikistán y países aledaños. En el aeropuerto de
París es retenido e interrogado por un policía de frontera debido a problemas
con su pasaporte. Durante la charla rememora su infancia, adolescencia y, sobre
todo, el amor de su vida, el primero y único que tuvo, aunque después tuviera
muchas otras amantes, una joven de su ciudad natal a la que conoció en su
instituto, poco antes de irse a París a estudiar en la universidad.
Buena
película en general (nota: 6), en ocasiones
maravillosa y excepcional, de gran belleza formal, pero que le sobraban
minutos, como los del inicio (los dos primeros recuerdos y parte del tercero),
y la gran mayoría de historias colaterales. Fue de menos a más, y lo
verdaderamente interesante, el meollo, con momentos sublimes, estaba en la
relación entre el protagonista y su apasionado amor, muy romántico, arrebatado
y desgarrado, es decir, el tercer recuerdo, que es más de las tres cuartas
partes del metraje, pero no todo él, amén del epílogo. Plena de poético
romanticismo, aunque algo sobrecargada de maneras literarias, según mi parecer.
Sin mis peros, podría haber sido, haberme parecido una espléndida película.
Tiene aires y maneras de nostálgica autobiografía del realizador, y un poso de
cierta amargura en el recuerdo. Los otros dos recuerdos del título son un breve
paso por su infeliz infancia; y su adolescencia, en la que vivió un muy
prescindible momento al estilo película de espías.
Ahora
os recuerdo que toca la sabiduría ajena, y nuestra matutina cita con ella y sus
citas, hoy poéticamente monógama y que me encaja como anillo al dedo:
- "Vivir es desatinar:
tejer
para destejer:
aprender
para olvidar;
amar
para recordar
amor
que no puede ser
o la
alegría de ayer
que
nunca vuelve a pasar". (Antonio
Machado).
Besos
y abrazos,
Don.
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