lunes, 30 de mayo de 2016

Joven y amoroso recuerdo matutino

¡Buenos días!

Acaba de nacer la mañana y ya ni me acuerdo de los chaparrones de pasados días, con el sol que asoma por entre las cada vez más ralas y blanquecinas nubes. Según las previsiones, cada vez habrá menos nubosidad y las temperaturas irán subiendo a lo largo de esta semana casi diez grados, desde rondar hoy los 20ºC de máxima, hasta coquetear con casi los 30 desde mediados de esta semana. Así que no nos quedará otra que dejarnos llevar por esta dulzura primaveral y querer y dejarnos querer con pasión, con la que naturalmente nos infunde esta juvenil y lozana estación en la que estamos.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Tres recuerdos de mi juventud" ("Trois souvenirs de ma jeunesse"), de Arnaud Desplechin, y con Quentin Dolmaire, Lou Roy-Lecollinet y Mathieu Amalric. De este director francés tan sólo había visto uno de sus anteriores films, "Un cuento de Navidad" ("Un conte de Noël", 2008).

Un doctor en antropología, ya cincuentón, regresa a Francia tras haber pasado muchos años investigando en Tayikistán y países aledaños. En el aeropuerto de París es retenido e interrogado por un policía de frontera debido a problemas con su pasaporte. Durante la charla rememora su infancia, adolescencia y, sobre todo, el amor de su vida, el primero y único que tuvo, aunque después tuviera muchas otras amantes, una joven de su ciudad natal a la que conoció en su instituto, poco antes de irse a París a estudiar en la universidad.

Buena película en general (nota: 6), en ocasiones maravillosa y excepcional, de gran belleza formal, pero que le sobraban minutos, como los del inicio (los dos primeros recuerdos y parte del tercero), y la gran mayoría de historias colaterales. Fue de menos a más, y lo verdaderamente interesante, el meollo, con momentos sublimes, estaba en la relación entre el protagonista y su apasionado amor, muy romántico, arrebatado y desgarrado, es decir, el tercer recuerdo, que es más de las tres cuartas partes del metraje, pero no todo él, amén del epílogo. Plena de poético romanticismo, aunque algo sobrecargada de maneras literarias, según mi parecer. Sin mis peros, podría haber sido, haberme parecido una espléndida película. Tiene aires y maneras de nostálgica autobiografía del realizador, y un poso de cierta amargura en el recuerdo. Los otros dos recuerdos del título son un breve paso por su infeliz infancia; y su adolescencia, en la que vivió un muy prescindible momento al estilo película de espías.

Ahora os recuerdo que toca la sabiduría ajena, y nuestra matutina cita con ella y sus citas, hoy poéticamente monógama y que me encaja como anillo al dedo:

 - "Vivir es desatinar:
tejer para destejer:
aprender para olvidar;
amar para recordar
amor que no puede ser
o la alegría de ayer
que nunca vuelve a pasar".  (Antonio Machado).

Besos y abrazos,

Don.
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