¡Buenos
días!
Tras
varios borradores, cambiando pequeños detalles, título incluido, una frase
entera por allá, un sinónimo por acá, quizá un punto o una coma que aparece o
desaparece cambiando casi radicalmente el sentido de lo que quería decir. El
caso es que no tuve que tirar montones de hojas de papel (o kilómetros de
celuloide) hasta casi agotar las reservas forestales de madera (o celulosa),
pues la virtualidad informática me permite hacer y deshacer hasta dar con lo
que considero casi perfecto, o al menos que lo realizado se ajuste lo más
posible a lo planeado. Pero la vida real no suele dar segundas oportunidades, a
lo más podemos escarmentar en cabeza ajena e intentar hacerlo mejor nosotros,
así que no hay posibilidad de volver atrás y poner un sol radiante a estos
recién pasados días de gris nubosidad, chaparrones y tormentas que parecen no
tener fin, al menos hasta que cambiemos de semana, según las previsiones
meteorológicas.
Este
fin de semana estuve en el cine viendo "Ahora sí, antes no"
("Ji-geum-eun-mat-go-geu-ddae-neun-teul-li-da"), de Hong Sang-soo, y
con Jeong Jae-yeong y Kim Min-hee. De este director coreano había visto otro de
sus anteriores films: "En otro país" ("Da-reun na-ra-e-suh", 2012).
Un
director de cine llega a otra ciudad para dar una charla y debatir con los
espectadores tras la proyección de su último film, pero lo hace un día antes
por error. Para matar el aburrimiento hasta el día siguiente, se dedica a hacer
turismo visitando monumentos. En uno de ellos conocerá a una bella joven, una
pintora con la que pasará el resto del día: visitando su taller de trabajo,
viendo y comentando sus cuadros, paseando, tomando algo, cenando, visitando a
unos amigos de ella... e intentando ligársela. Sin embargo, llega un momento
crítico en el que la maravillosa velada se estropea, pero, ¿podrían haber
sucedido las cosas de otro modo?...
Una
estupenda película (nota: 8), dividida en dos mitades, contándose en la
segunda parte la misma historia que en la primera pero con sutiles diferencias,
no sólo en la historia, sino también en el modo de narrarla, en los encuadres,
etc. La primera parte me aburrió realmente, bostezos incluidos, y no me
interesaba, pues parecía toscamente narrada y filmada; pero la segunda, amén de
divertida, me interesó muchísimo, tanto que parecía una película radicalmente
distinta, aunque en esencia ambas versiones eran casi idénticas en formato y
contenido. Los pequeños detalles que pueden hacer la enorme diferencia.
Tiene
reminiscencias de esa joyita que es "Breve encuentro" ("Brief
encounter", 1946) de David Lean, historia del casual encuentro de dos
desconocidos y de lo que puede pasar. Nos habla de los azares del amor, de esos
casi imperceptibles pequeños gestos y decisiones inconscientes que todo lo
deciden en cuanto a cómo devendrá cualquier historia romántica, y que son
dificilísimos de controlar. Al final, especie de fábula moral, que destila que
la honestidad y las cosas correctamente hechas siempre son el mejor camino,
logremos al final lo que anhelamos o no. Profunda sabiduría vital (y
cinematográfica) que da mucho que pensar.
Ahora
sí, la sabiduría ajena, que antes no podía ser, pues su lugar es éste, aunque
también esté por la película glosada hoy, con la que tal vez aprendamos a
guiarnos lo mejor posible por doquiera que queramos ir, comenzando (y
terminando) por una curiosidad atribuida a Julio Cortázar, sobre los drásticos
cambios de significado que una sutil coma puede ocasionar en una misma frase en
función de dónde esté colocada o no; y que por forma y contenido me viene como
anillo al dedo:
- "Si el hombre supiera realmente el
valor que tiene, la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda". (Julio Cortázar).
- "Si el hombre supiera realmente el
valor que tiene la mujer, andaría a cuatro patas en su búsqueda". (Julio Cortázar).
Besos
y abrazos,
Don.
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