¡Buenos
días!
Otra
mañana más que vengo a los matutinos a tocar el cielo, hoy casi a rascarlo
debería, cual altísimo edificio de esos que quieren abrazar las estrellas, pues
el impoluto celeste raso de ayer se nos ha enturbiado de nuevo con gris
nubosidad, bastante difuminada, eso sí. Pero paciencia, que el nuevo orden
meteorológico de estos próximos días se autogestionará y limpiará para volver a
ponernos un radiante sol sin mácula.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "High-rise",
de Ben Wheatley, y con Tom Hiddleston, Jeremy Irons, Luke Evans, y Sienna
Miller. Está basada en la novela homónima de J.G. Ballard publicada en 1975. De
este director había visto uno de sus anteriores largos, "Turistas" ("Sightseers", 2012).
Un
doctor en psiquiatría, buscando olvidar pasadas desdichas familiares, se muda a
un lujoso y ultramoderno rascacielos a las afueras de Londres, a un apartamento
en la planta 25. El edificio tiene 40, y dispone de todo en su interior:
supermercados, piscinas, gimnasios, escuelas, etc. Y está jerarquizado, pues en
las plantas altas vive la gente de alto standing, comenzando por el sumo
arquitecto creador de tal maravilla, y otras cuatro aledañas, que vive en la
planta 40, y cuanto más abajo, menor nivel social. Parece una sociedad utópica
perfectamente compenetrada, pero ya desde el principio, tras los primeros
encuentros con sus excéntricos vecinos, nuestro protagonista empieza a percibir
que la cosa no es como parece, mucho más cuando unos cada vez más frecuentes y
persistentes cortes de luz en las plantas bajas, que se van extendiendo hacia
arriba, amenazan la paz social interclasista y con desatar el más delirante caos.
Desparrame
casi absoluto (nota: 4) en esta especie de alegoría sobre la lucha de
clases, el capitalismo, el conformismo con lo que nos toca, las revoluciones
caóticas, y que sé yo que más cosas de esta nuestra a veces distópica sociedad
de ya hoy mismo, cuando no de siempre. Todo un caótico fiestón, o revolución,
delirio psicodélico en el que no sólo los personajes, sino su autor fílmico,
parecen haberse tomado algo y haberse venido demasiado arriba. Crítica también
a esas presuntas élites que siguen de fiestorro ante las constantes averías
causadas por su negligente modo de regir, y a las que no hacen caso salvo que
perturben su propio bienestar. Así, todo acabará en ruina y colapso social. Lo
que se nos quería contar, y con extrema dificultad se dejaba entrever, quedaba
ahogado ante la excesiva puesta en escena, terriblemente inconexa, lo que tal
vez deba ser así para retratar el caos, pero que apenas nada me dijo.
Así
que ahora ahí os dejo, a ras del suelo de este matutino, que bien podría ser
también su mismo cielo, que en esta esfera matutina no hay arriba ni abajo, una
cita de sabiduría ajena, que mucho me dice, y mucho dice de lo que parece
tratar el film glosado hoy:
- "Los privilegiados arriesgarán siempre
su completa destrucción antes que ceder una mínima parte de sus
privilegios". (Antonio Gala).
Besos
y abrazos,
Don.
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