¡Buenos
días!
No,
no es que le haya dado cera, ni de la de pulir o abrillantar ni de la
metafórica, es que debo de tener tanta hambre que me he debido de comer el
espacio y una erre, pues aquí me encuentro encerrado, por un rato y
voluntariamente, con este matutino a ver que sacamos en claro de nuestra
discusión continua, siempre bien avenida, confrontando nuestros diversos puntos
de vista de cómo es el mundo que nos rodea. Dado que hoy tendremos 37ºC de
máxima prevista casi que nos convendría quedarnos un rato dentro de las casas
durante el tiempo de más calor y no asomarnos, no vaya a ser que el inclemente
sol veraniego conspire contra nosotros y nos desintegre.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Sieranevada",
de Cristi Puiu, y con Mimi Branescu, Catalina Moga, y... un montón más de
actores, que es un film muy coral. Es el quinto largo, y primero que veo, de
este director rumano.
En
la casa de la matriarca va a celebrarse una comida familiar como conmemoración
de los 40 días desde el fallecimiento de su marido a la que acuden los hijos
con sus respectivos cónyuges y familia, las dos hermanas de la anfitriona y sus
hijos y familia, así como algunos pocos amigos muy allegados. Está previsto
que, antes de iniciar el banquete, acuda un pope a celebrar un oficio religioso
en memoria del difunto. Mientras esperan que llegue, que ya lo hará con
retraso, hablan y hablan y hablan (quizá para olvidar el hambre que ya van
teniendo) de todo tipo de cuestiones, desde las más peregrinas hasta otras de
más calado, según se mire, sobre sociedad, política, nacional e internacional,
religión y, por supuesto, asuntos familiares de todo pelaje; cada uno con sus
neuras. Cuando llega el cura, con todo su séquito, incluida en él más de una
hora de retraso, celebra las exequias y parece que puede comenzar el convite,
pero siguen ocurriendo incidentes que impiden el normal desarrollo del ritual
ortodoxo previsto por la matriarca, así que no se puede todavía iniciar la
comida... y siguen discutiendo, discutiendo, y discutiendo.
Una
buena película en general (nota: 6), comedia que te
mantiene atento y en tensión por las situaciones que plantea, algunas
incómodas, con sus más y sus menos, con algunos momentos irritantes y que
agotaban, difícil de ver hasta que te haces con ella. Creo que si hubiera
reducido su metraje a la mitad o poco más de sus tres horas (rodadas casi en
tiempo real) habría quedado una sobresaliente película, pues tenía escenas geniales
y otras que se me dispersaban. Formalmente espléndida con sus largos planos
secuencia que nos dan la sensación de estar inmersos cual disimulados e
invisibles vecinos cotilla en ese caos familiar, como de abigarrado camarote de
los hermanos Marx, que sin embargo contenía una buena coreografía de
charlatanes personajes en continuo movimiento. De hecho, el director dice que
trataba de hacernos sentir como el alma del muerto vagando observador por entre
las miserias de su familia.
Estupendo
retrato de toda una familia, y por extensión, también metáfora de todo un país
y sus avatares históricos recientes, a través de los pequeños roces familiares,
sus infidelidades, sus secretos, sus obsesiones, mientras esperan a comer como
Dios manda, lo que nunca parece llegar, en cierto modo como esos surrealistas
personajes de "El ángel exterminador" (1962) de Luis Buñuel que
parece que no pueden salir de su encierro.
Ahora
unas citas de sabiduría ajena que tal vez nos ayuden a liberar nuestras mentes
pues suponen una bocanada de aire fresco para nuestras neuronas, a veces
ensimismadas en sus propias neuras:
- "En la vida hablamos de muchas cosas;
algunas tienen sentido, otras no lo tienen, y otras son estúpidas [...] Las
personas discuten sobre acontecimientos que tuvieron lugar hace 14 años antes
pero ni siquiera están al corriente de lo que pasa en su propia
familia". (Cristi Puiu).
- "Si la gente nos oyera los
pensamientos, pocos escaparíamos de estar encerrados por locos". (Jacinto Benavente).
- "El hombre es un animal encerrado en el
exterior de su jaula. Se agita fuera de sí". (Paul Valéry).
Besos
y abrazos,
Don.
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