¡Buenos
días!
Estos
matutinos, que me salen de lo más mono, a veces por lo bonitos y siempre porque
me nacen de uno en uno, suelen debatirse entre ellos mismos, sin batirse los
unos a los otros, sobre los derroteros que deben seguir cada mañana, y saliendo
cada vez victoriosos de ello, pues vayan donde vayan a ir será el mejor lugar,
y único posible de su fluido devenir, que no hay vuelta atrás una vez decidida
la disyuntiva. Por lo demás, esta fresca mañana de verano, en relación a las
recientemente pasadas de tórridos agobios, se nos presenta de lo más plácida y
pacífica que podamos imaginar, con sol, sin apenas nubes, y con tan solo 32ºC
de máxima prevista para hoy por los madriles.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "La guerra del planeta de los
simios" ("War for the planet of the apes"), de Matt
Reeves, y con Andy Serkis y Woody Harrelson. Segundo film que veo de este
director, tras la segunda parte de esta trilogía simiesca, y que fue "El amanecer del planeta de los simios" ("Dawn of the
planet of the apes", 2014), que se cierra con la que hoy glosaré. La
primera de esta trilogía, que también vi, fue "El origen del planeta de los simios" ("Rise of the
planet of the apes", 2011) de Rupert Wyatt. Durante mi adolescencia vi la
saga de cinco películas del planeta de los simios de los años 60 y 70, de la
que sólo me gustó la primera y original, la excelente "El planeta de los
simios" ("Planet of the apes", 1968), de Franklin J. Shaffner, y
protagonizada por Charlton Heston. De ésta hubo un remake, "El planeta de los simios" ("Planet of the
apes", 2001) de Tim Burton.
En
esta tercera película de la trilogía-precuela del clásico de 1968, que poco
antes de su "the end" nos situará unos años antes del comienzo del
film de Shaffner, nos encontramos unos años después de la segunda de la
trilogía, donde el grupo de simios liderado por el protagonista de la primera
de esta trilogía se ve obligado a luchar contra un grupo de humanos dirigidos
por un despiadado coronel que quiere aniquilarlos, pero a la par que el virus
apocalíptico que dio inteligencia superior a los monos y diezmó la población
humana, además está empezando a hacer perder a los escasos homo sapiens restantes
uno de los principales rasgos de humanidad, si no el esencial, el habla (en el
clásico de los 60 los humanos eran casi como ovejas que no podían articular
palabra alguna, salvo sonidos guturales).
Barruntaba
que no me iba a gustar, nada, o muy poco, esta tercera de la precuela-saga,
dados los malos augurios que me dejó la segunda (la primera me pareció muy
buena), y aunque al principio parecía mantener sus mismos derroteros, al poco
de comenzar, tras la primera gran batalla, cuando devino en peli de aventuras y
road movie (o cross-country movie) de un pequeño grupo de desheredados, uno de
los cuales, el protagonista, buscaba obsesiva venganza, me empezó a interesar
hasta su final. Además tenía elementos de cine bélico, con marcada influencia
de "Apocalypse now" (1979) de Francis Ford Coppola, de western, de
fugas carcelarias, de virus apocalípticos, de humanos que por ello comienzan a
devenir en esbozos de zombis, de las de rebelión de esclavos estilo
"Espartaco" ("Spartacus", 1960) de Stanley Kubrick, de... y
con un monísimo personaje sospechosamente parecido al Gollum de "El señor
de los anillos".
Por
tanto, y a pesar de algunos pesares, buena película (nota: 6),
entretenida y que se dejó ver, de apabullante factura técnica, con sus más y
sus menos, estos básicamente por ciertos destilados ideológicos, muy gringos,
que me atufaban por momentos. Historia que da además algo que pensar, con
reminiscencias de tragedias clásicas (sobre todo el enfrentamiento dialéctico entre
el mono protagonista que busca venganza y el mesiánico coronel, y el
introspectivo de aquel consigo mismo), oscura pero con final esperanzador de
nuevos horizontes encontrados (con aires de Shangri-La prometido para buscarse
el maná sin mucho sudar la frente), sobre comportamiento humano y sus demonios,
con simios más humanos que los propios humanos, o igual, que somos
esencialmente iguales casi al 99% (eso dice la genética).
Ahora
unas monísimas citas de sabiduría ajena que espero os gusten y ayuden a
infundir cierta serenidad de ánimo:
- "El pretexto para todas las guerras:
conseguir la paz". (Jacinto
Benavente).
- "Nuestra lealtad es para las especies y
el planeta. Nuestra obligación de sobrevivir no es sólo para nosotros mismos
sino también para ese cosmos, antiguo y vasto, del cual derivamos". (Carl Sagan).
- "Todos se ríen del mono, y él de
todos". (Refrán).
- "Hayamos paz, y viviremos
asaz". (Refrán)...
...
"Quimera que el egoísmo
del
hombre realizar quiere,
sin
mirar que nace y muere
en
guerra consigo mismo". (Anónimo).
Besos
y abrazos,
Don.
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