miércoles, 19 de julio de 2017

Glorioso matutino como un reloj

¡Buenos días!

Puntual a mi cita matutina, sin adelantarme ni retrasarme ni un ápice, aquí me encuentro de nuevo, casi en la mismísima gloria, lejos de infernales canículas veraniegas que pudieran corromper cualquier atisbo de frescor y que, todo sea dicho, con luz y taquígrafos de la ciencia meteorológica, parecen aflojar algo, pues para hoy tan solo tendremos por los madriles unos 32ºC de máxima prevista, y así seguiremos unos pocos y aliviados días más.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Un minuto de gloria" ("Slava"), de Kristina Grozeva y Petar Valchanov, basado en una historia que los directores leyeron en el periódico, y con Stefan Denolyubov y Margita Gosheva. Segundo largo de esta pareja de directores búlgaros de quienes ya había visto su primero, "La lección" ("Urok", 2014).

Un guardavías, tímido, solitario y tartamudo, un hombre bueno y honesto, revisando el estado de una línea de los ferrocarriles estatales se encuentra una ingente cantidad de dinero tirada al lado de los raíles, en el mismo día en que se anuncia en los noticieros un caso de corrupción política y financiera que ha tenido lugar en el Ministerio de Transportes. Sin apenas dudarlo avisa por teléfono a la policía. Para tratar de disimular la noticia del pelotazo, el gabinete de prensa y relaciones públicas del ministro decide dar gran relevancia a este hecho heroico y premia a este empleado, poniéndolo como modelo de honradez de los trabajadores públicos. En una comparecencia ante los medios, el ministro le regala en persona un reloj nuevo. Poco antes de entregárselo le quitan momentáneamente su viejo reloj de pulsera, que le regaló su padre cuando era joven. De vuelta a casa se da cuenta de que su nuevo y flamante reloj es una baratija que no funciona muy bien (se atrasa mucho) y de que no le devolvieron el suyo viejo. Llamará al ministerio para tratar de recuperarlo y tras múltiples "llame usted mañana" y harto de ser ninguneado durante varios días, se va decidido, en persona y cueste lo que cueste, no ya para recuperar su querido reloj sino también su dignidad, en un periplo algo kafkiano.

Una buena película (nota: 6), con sus más y sus menos, que me gustó menos que la anterior de estos directores. Tragicomedia satírica y amarga que pone en solfa a esa burocracia que pasa por encima de los individuos, especialmente de los más necesitados, arrollándoles, despojándoles de toda dignidad, dejándoles a su suerte, y también a los medios de comunicación que manipulan lo que estimen oportuno en aras de conseguir sus fines. En definitiva, a toda la sociedad que, mientras vaya bien en general, no pone coto a los desmanes trapicheros de gobiernos y demás instituciones corruptas... mientras, aparentemente, no afecte a los propios bolsillos de cada cual.

Ahora unas pocas citas de sabiduría ajena, que no nos llevará ni un minuto el leerlas, y que seguro eleva a los altares a nuestras entendederas:

 - "Pasa con la felicidad como con los relojes, que los menos complicados son los que menos se estropean".  (Chamfort).

 - "Es un hombre honrado: deja lo que no puede tomar; no bebe de una botella vacía ni suele esconder en su bolsillo ningún reloj de iglesia".  (Wilhelm Müller).

 - "Primero es la virtud, luego el renombre. Si ambos obtiene, ¿qué más quiere el hombre?".  (Píndaro).

Besos y abrazos,

Don.
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