¡Buenos
días!
Puntual
a mi cita matutina, sin adelantarme ni retrasarme ni un ápice, aquí me
encuentro de nuevo, casi en la mismísima gloria, lejos de infernales canículas
veraniegas que pudieran corromper cualquier atisbo de frescor y que, todo sea
dicho, con luz y taquígrafos de la ciencia meteorológica, parecen aflojar algo,
pues para hoy tan solo tendremos por los madriles unos 32ºC de máxima prevista,
y así seguiremos unos pocos y aliviados días más.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Un minuto de gloria"
("Slava"), de Kristina Grozeva y Petar Valchanov, basado en una
historia que los directores leyeron en el periódico, y con Stefan Denolyubov y
Margita Gosheva. Segundo largo de esta pareja de directores búlgaros de quienes
ya había visto su primero, "La lección" ("Urok", 2014).
Un
guardavías, tímido, solitario y tartamudo, un hombre bueno y honesto, revisando
el estado de una línea de los ferrocarriles estatales se encuentra una ingente
cantidad de dinero tirada al lado de los raíles, en el mismo día en que se
anuncia en los noticieros un caso de corrupción política y financiera que ha
tenido lugar en el Ministerio de Transportes. Sin apenas dudarlo avisa por
teléfono a la policía. Para tratar de disimular la noticia del pelotazo, el
gabinete de prensa y relaciones públicas del ministro decide dar gran
relevancia a este hecho heroico y premia a este empleado, poniéndolo como
modelo de honradez de los trabajadores públicos. En una comparecencia ante los
medios, el ministro le regala en persona un reloj nuevo. Poco antes de
entregárselo le quitan momentáneamente su viejo reloj de pulsera, que le regaló
su padre cuando era joven. De vuelta a casa se da cuenta de que su nuevo y
flamante reloj es una baratija que no funciona muy bien (se atrasa mucho) y de
que no le devolvieron el suyo viejo. Llamará al ministerio para tratar de
recuperarlo y tras múltiples "llame usted mañana" y harto de ser
ninguneado durante varios días, se va decidido, en persona y cueste lo que
cueste, no ya para recuperar su querido reloj sino también su dignidad, en un
periplo algo kafkiano.
Una
buena película (nota: 6), con sus más y sus menos, que me gustó menos
que la anterior de estos directores. Tragicomedia satírica y amarga que pone en
solfa a esa burocracia que pasa por encima de los individuos, especialmente de
los más necesitados, arrollándoles, despojándoles de toda dignidad, dejándoles
a su suerte, y también a los medios de comunicación que manipulan lo que
estimen oportuno en aras de conseguir sus fines. En definitiva, a toda la
sociedad que, mientras vaya bien en general, no pone coto a los desmanes
trapicheros de gobiernos y demás instituciones corruptas... mientras,
aparentemente, no afecte a los propios bolsillos de cada cual.
Ahora
unas pocas citas de sabiduría ajena, que no nos llevará ni un minuto el
leerlas, y que seguro eleva a los altares a nuestras entendederas:
- "Pasa con la felicidad como con los
relojes, que los menos complicados son los que menos se estropean". (Chamfort).
- "Es un hombre honrado: deja lo que no
puede tomar; no bebe de una botella vacía ni suele esconder en su bolsillo
ningún reloj de iglesia". (Wilhelm
Müller).
- "Primero es la virtud, luego el
renombre. Si ambos obtiene, ¿qué más quiere el hombre?". (Píndaro).
Besos
y abrazos,
Don.
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