¡Buenos
días!
Sí,
porque de vez en cuando me dan explosiones de júbilo mientras ando por aquí,
descubriendo bajo sus más recónditos recovecos inesperados tesoros... vamos que
son una mina para mí. La primavera, que oficialmente explotará, y nos hará casi
implosionar en sus arrebatos, el próximo lunes de equinoccio, poco a poco
parece volver por sus fueros (máxima prevista para hoy de 19ºC), tras el amago
de revenido invierno de ayer que apenas ni nos dejó el más leve rasguño en
nuestro entusiasmo vital.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Land of mine (Bajo la arena)"
("Under sandet" - "Unter dem sand"), de Martin Zandvliet, y
con Roland Møller y Louis Hofmann, entre varios otros más. Es el primer largo
que veo de este director danés, película nominada en los recientes Óscar a
mejor film de habla no inglesa.
Nada
más terminar la II Guerra Mundial, unos dos mil soldados alemanes prisioneros
de guerra, buena parte de ellos adolescentes y sin experiencia en la
desactivación de minas, fueron obligados, contraviniendo los postulados de la
Convención de Ginebra de 1929, a retirar más de un millón de ellas colocadas
por el ejército nazi en las playas de la costa oeste danesa durante la guerra.
Al final del proceso, que duró cinco meses, casi la mitad murieron o fueron
mutilados por explosiones accidentales. La película se centra en un pelotón de
estos niños soldado o poco más, bajo la supervisión de un estricto sargento
danés que odia a los nazis.
Muy
buena película (nota: 7) esta coproducción germano danesa. Duro drama
más allá del belicismo, posbélico podría decirse, que hurga en este ignominioso
y oculto hecho de la historia de Dinamarca (aunque he leído que la idea fue sugerida
por los británicos). Poderosa denuncia de los horrores de las guerras
(posguerras en este caso, no menos horribles). Preciosa y luminosa fotografía
de los paisajes playeros que contrasta aún más con la negrura de esta vergüenza
para la humanidad. La tensión se masca a cada instante, con algunos momentos de
fugaz alivio, en esta historia en la que el personaje del sargento evoluciona,
al vaivén de las olas, de su rencoroso odio inicial al inevitable perdón por el
mero contacto humano.
Ahora
toca ir a la arena de la sabiduría ajena, con unas citas que he encontrado
medio enterradas rebuscando por ahí:
- "Escribid las injurias en la arena,
grabad los beneficios en el mármol".
(Claude Boiste).
- "En tierra ajena, la vaca al buey
cornea". (Refrán).
- "Héroes si vencedores, y si vencidos,
traidores". (Refrán).
- "El vencido, vencido; y el vencedor,
perdido". (Refrán).
Besos
y abrazos,
Don.
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