¡Buenos
días!
Seco
y escueto título, sin apellidos, o sin nombre, según prefiráis. Tan es así, que
casi ni lo conozco, cual si le faltaran o me faltaran referencias, uno más del
montón que parece no distinguirse del resto. Pero no es así, que tiene su
propia idiosincrasia, y como tal recibirá mi afecto y cuidados, como todos los
anteriores y los que le seguirán, en esta mañana de invierno soleada y
agradable, con máximas previstas de 18ºC, y algunas nubes anónimas que
acarician el sol, cual si le curaran inexistentes heridas con sus borras de
algodón.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "La chica desconocida"
("La fille inconnue"), de Jean Pierre y Luc Dardenne, y con Adèle
Haenel, cautivadora actriz. De este par de hermanos belgas había visto hasta
ahora tres de sus anteriores films: "Dos días, una noche" ("Deux jours, une
nuit", 2014), "El niño de la bicicleta" ("Le gamin au vélo", 2011), y "El niño"
("L'enfant", 2005).
Una
joven y diligente médico de familia de un pequeño consultorio en el extrarradio
de una ciudad, tras una larga jornada de trabajo ya finalizada, alecciona a su
becario aprendiz, afectado por algunos casos de la consulta y cada vez menos
motivado, para que no se implique tanto emocionalmente con los pacientes si
quiere diagnosticar correctamente sus dolencias. Llaman a la puerta del
consultorio, y como hace más de una hora que cerraron no abren, aunque el
estudiante en prácticas sí quería hacerlo. Al día siguiente la policía acude
allí para investigar la muerte de una joven inmigrante indocumentada, la
persona a la que no abrieron. Profundamente afectada por la noticia, la doctora
se entrega con tesón a averiguar por su cuenta el nombre de la fallecida, a
pesar de silencios y miradas esquivas del resto, para que no sea enterrada
anónimamente, especie de redención de una culpabilidad autoimpuesta.
Una
buena película (nota: 6), este drama seco de crítica social, como
siempre en los Dardenne, austero, sin aderezos formales, como por ejemplo banda
sonora, sustituida por el ruido del tráfico que rodea el consultorio. También
thriller un tanto particular, pues no interesa tanto quien la mató como el mero
nombre de la víctima, aunque de gran importancia para salir del anonimato.
A
pesar de que las pesquisas detectivescas de la protagonista mantienen muy bien
el interés, me gustó menos que sus anteriores, tal vez porque esta vez no me
impliqué tanto emocionalmente. A través del compromiso ético de su
protagonista, que se siente responsable, casi incluso culpable, de esa muerte
anónima, puede verse toda una metáfora de esta nuestra Europa ensimismada,
indiferente, que en general mira para otro lado ante el cada vez mayor problema
migratorio de los refugiados que se le viene encima, salvo algunos individuos
concienciados de él y que tratan de aportar algo de dignidad a ese grupo de
gente desesperada.
Ahora
un par de citas de sabiduría ajena, sin anonimatos de por medio:
- "Visto un león, están vistos todos,
pero visto un hombre, sólo está visto uno, y además mal conocido". (Baltasar Gracián).
- "Casi todos los hombres ganan al ser
conocidos". (André Maurois).
Besos
y abrazos,
Don.
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