¡Buenos
días!
Agitados
por la ardorosa primavera, estos matutinos se nos van a veces más allá de
cualquier frontera imaginada, viviendo su propia vida, alejándose de todo
conflicto para, a la vuelta de su ser, más serenos, tratar de congeniar de
nuevo con todos, y consigo mismos. La primavera, de dulce, ni helada ni
ardiente, en su justa medida, con máxima prevista para hoy por los madriles de
unos soleados 18ºC.
Este
fin de semana estuve en el teatro viendo una obra que desde ya mismo os
recomiendo muy, pero muy encarecidamente que vayáis a ver. Se trató de "Tierra
del fuego", escrita por Mario Diament, dirigida por Claudio
Tolcachir, e interpretada por Alicia Borrachero, Tristán Ulloa, Abdelatif Hwidar,
Juan Calot, Malena Gutiérrez, y Hamid Krim. Del director, argentino, también
dramaturgo y actor, había visto anteriormente dos obras suyas, también
portentosas: "Todos eran mis hijos" ("All my sons"),
escrita por Arthur Miller, y dirigida por él; y "La omisión de la familia Coleman", escrita y dirigida
por él. Si no lo era desde que le descubrí tras ver su sobresaliente
"omisión", creo que ya soy irremediable fan de este creador
argentino.
Una
azafata israelí, víctima de un atentado en el que fue herida y en el que murió
su mejor amiga, 22 años después de aquello toma la determinación de ir a la
cárcel londinense donde se encuentra el hombre que quiso matarla, condenado a
cadena perpetua, para hablar con él y tratar de entender las razones que le
llevaron a ello.
Excepcional
obra (nota: 10), de esas imprescindibles, por lo que cuenta,
por cómo lo cuenta, por sus actuaciones, por el montaje, la coreografía de
eventos, repartidos en el espacio y el tiempo, y perfectamente engarzados,
solapados en un mismo plano, eso sí, poliédrico. De esas que dan mucho que
reflexionar sobre nosotros. Intensa y removedora de emociones y conciencias.
Basada
en un hecho real, nos habla de profundo dolor, de esperanzas, de querer saber,
de tratar de entender y no ocultar la cabeza en un agujero, enfrentándose con
coraje a pesar de las dificultades, de hablar para tratar de disminuir en algo
las diferencias que nos separan, de traspasar fronteras para borrarlas, de
indulgencia pero no de autoindulgencia. Por el final, me recordó en algo a una
magistral película, "Incendies" (2010) de Denis Villeneuve, basada en otra
obra teatral, y que también tiene mucho que ver con el conflicto
palestino-israelí.
Ahora
algo de sabiduría ajena, que seguro lleva a traspasar fronteras a nuestras
entendederas, haciéndolas capaces de ir más allá de sus confines:
- "El teatro no puede desaparecer porque
es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma". (Arthur Miller).
-
"El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que
llevan dentro". (Friedrich Nietzsche).
- "«Puedo perdonar, pero no olvidar», es
sólo otra forma de decir «no puedo perdonar»". (Henry Ward Beecher).
- "Para qué sirve el arrepentimiento, si
eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor es,
sencillamente, cambiar". (José
Saramago).
Besos
y abrazos,
Don.
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