¡Buenos
días!
Nada
selvático se me antojan estos matutinos, pues ni acechantes peligros ni espesas
dificultades hay por aquí, que todo es claro y diáfano. Tampoco impera la ley
de la jungla, donde el más grande se come al chico, que se trata de llevarse lo
mejor que se puede, que es mucho. De hecho, gracias a mis benefactoras hadas y
ninfas, que me acogen sin pedir nada a cambio y casi me amamantan cual si fuera
un Rómulo o un Remo, puedo remar armoniosamente por doquier. Bueno, dejo de
divagar, que hoy parece que no lloverá tanto como ayer, que tras un jarreo
lluvioso que me pilló de sopetón tras el cine, casi llego haciendo surf a mi
casa. Eso sí, con tanta lluvia a lo mejor el paisaje se nos vuelve exuberantemente
selvático.
Pues
eso, que ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El libro de la selva"
("The jungle book"), de Jon Favreau, y con Neel Sethi y las voces de
un montón de conocidos actores hollywoodienses, que es un film de animación
digital con un único actor de carne y hueso: el niño que hace de Mowgli. De
este director, también actor y guionista, había visto tres de sus anteriores
films como director, "Iron man" (2008), "Iron man 2" (2010), y "#Chef" (2014).
Nueva
adaptación, también de la Disney, de los famosos relatos de Rudyard Kipling,
recopilación de cuentos y leyendas de animales de la selva india que, a modo de
las fábulas de Esopo, Samaniego o Lafontaine, plantean lecciones morales. La
historia, imagino que la sabéis, un bebé queda abandonado en la selva cuando
sus padres son atacados por un tigre. El muchacho es acogido por una manada de
lobos y criado como tal, pero acosado por el tigre que desea comérselo, deja a
los lobos y emprende aventuras en solitario con la compañía de una pantera y un
oso que le tutelan, cruzándose con otros animales, como elefantes, una boa
constrictor o un orangután y su alocada manada de simios.
No
me gustó en general esta película (nota: 4), y no sé muy bien el
porqué fui a verla, que no suelo ver remakes, pero fui. Apabullante calidad de
las imágenes y la técnica de animación por ordenador, rayanas en la misma
realidad, que más vivas que virtuales parecen. Los animales, casi reales, salvo
porque hablan, los paisajes, espectaculares e hiperreales, tanto como los
fantasiosos de "Avatar" (2009) de James Cameron. Pero el cómo estaba
contada la historia, me disgustó y decepcionó, a pesar de que contenía en
esencia, ya casi sin buen aroma, las líneas fundamentales de los relatos de
Kipling. Tiene algún buen momento, pocos, pero el tono general me pareció
bastante infumable. A destacar, por lo negativo, dos escenas: la del orangután
Rey Louie, todo un remedo del cine catastrofista de monstruos tipo King-Kong; y
la final con la lucha a muerte entre Mowgli y el tigre Shere Khan, cual si
fuera una de tétricos superhéroes y malos malísimos antagónicos. En definitiva,
grandilocuente y excesiva, chirriante para mis entendederas, nada que ver con
el ingenuo encanto del clásico Disney de dibujos animados de 1967, cuya
maravillosa banda sonora también quedó casi arrasada por la riada de vana
espectacularidad y acción ramplona.
Ahora
algo de sabiduría ajena, que seguro nos sirve de guía para la exploración de
esa intrincada selva que es la vida:
- "Cuando un hombre mata a un tigre, lo
llaman deporte; cuando el tigre mata al hombre, lo llaman ferocidad". (George Bernard Shaw).
- "La unión en el rebaño obliga al león a
acostarse con hambre". (Proverbio
africano).
- "Seis honrados servidores
me
enseñaron cuanto sé;
sus
nombres son cómo, cuándo,
dónde,
qué, quién y por qué". (Rudyard
Kipling)
Besos
y abrazos,
Don.
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