¡Buenos
días!
No
tengo en estos matutinos ni divina disyuntiva ni animadversión alguna, que aquí
vengo a serenarme, a flotar sin dejarme caer, no vaya a ser que me estampe. La
primavera a lo suyo, hoy con otro soleadísimo día, de máxima prevista de 18ºC,
divino, de esos que invitan a encariñarse casi con todo lo que se cruce en
nuestro camino.
Ayer
por la tarde quería ir al cine, pero no pudo ser, así que lo dejaré para otro
momento, con lo que me puse a ver otra película enlatada, una que alguien me
recomendó hace ya bastantes meses. Se trató de "El odio"
("La haine", 1995), de Mathieu Kassovitz, y con Vincent Cassel,
Hubert Koundé, y Saïd Taghmaoui. Premiada en Cannes, en los premios del cine
europeo y en los César franceses de ese año, es el primer largo que veo como
director de este también actor y guionista francés.
Tres
jóvenes amigos, uno judío, otro negro y el otro magrebí, tras participar la
noche anterior en unos violentos disturbios callejeros contra la policía en un
marginal suburbio parisino, debido a una paliza que esta propinó a un amigo que
acaba muy gravemente herido en el hospital, deambulan durante 24 horas por la
ciudad, metiéndose en problemas, con constantes conflictos con la policía y con
otras bandas, mientras el primero, henchido de odio, no cesa de repetir que
asesinará a un policía si su amigo muere. Ojo por ojo.
Una
estupenda película (nota: 8), por forma y fondo, cuyos personajes están en
casi permanente estado de crispación, hasta que en el tercio final da un giro y
tiende hacia la reflexiva filosofía de la situación que viven estos
desheredados de la sociedad, sin expectativas, sin buen futuro a la vista, que
van ganando en rencor hacia todo lo que se menea, especialmente el primero,
levemente matizado por la sensatez del segundo y el escepticismo del tercero.
Magnífico retrato social (económico y político) de la realidad suburbial de los
barrios multiculturales, donde campan a sus anchas el paro, la intolerancia, el
racismo, y la exclusión social, en esta decadente sociedad del bienestar (del
malestar más bien) que acabará por estrellarse si antes no se le pone remedio a
tanto desequilibrio.
Ahora
unas citas de sabiduría ajena, a las que espero cojáis algo de cariño:
- "No os entreguéis por demasiado tiempo
a la cólera; una cólera prolongada engendra el odio". (Ovidio).
- "Cuando odias a una persona, odias algo
de ella que forma parte de ti mismo. Lo que no forma parte de nosotros no nos
molesta". (Hermann Hesse).
- "Es triste condición de la humanidad
que más se unen los hombres para compartir los mismos odios que para compartir
un mismo amor". (Jacinto
Benavente).
- "Estamos obligados a luchar
enérgicamente contra todos los eventuales gérmenes de odio colectivo". (Václav Havel).
Besos
y abrazos,
Don.
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