¡Buenos
días!
Estos
matutinos, con los que divago cada mañana, que son de todas y ninguna parte,
que algo se han movido por el mundo, mucho desde el punto de vista conceptual,
sobre todo viendo films, y que nada piden, mucho menos por Dios, se han vuelto
a instalar un día más, con toda su impedimenta, por entre mis alocadas
entendederas. Hoy sí que está gris, y llueve algo, y lloverá bastante más a lo
largo de toda la jornada, y días siguientes, con los normales vaivenes de esta
primavera veleidosa, como siempre es.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "The lady in the van",
de Nicholas Hytner, y con Maggie Smith y Alex Jennings. Es el primer largo que
veo de este director, que está basado en una obra teatral inspirada en el caso
real que vivió su autor, Alan Bennett, guionista de la película. La pieza
teatral estuvo hace varios años en los escenarios londinenses, dirigida por el
propio realizador del film y con la misma actriz principal.
A
principios de los 70 un dramaturgo se muda a vivir a un barrio londinense, de
moda entre los intelectuales del momento. En su calle, unos números más arriba,
hay aparcada una destartalada y cochambrosa furgoneta en la que vive una
anciana y extravagante vagabunda. Poco después, tras un incidente, le sugiere,
o se lo sugiere ella, no está nada claro, pero qué más da, que la aparque para
mayor seguridad dentro de su jardín "temporalmente", por unos meses.
Allí estuvo 15 años hasta que murió. Entretanto, mantuvieron una muy peculiar
relación.
Una
buena película (nota: 6), de mirada excéntrica, como la de sus dos
personajes principales, con su particular sorna, muy inglesa, con el punto de
vista algo esquizoide y dubitativo del dramaturgo, anfitrión medio obligado de
su enajenada okupa, pues su yo real y su yo creador discuten y se critican las
decisiones del otro, tanto sobre su propia vida como sobre la anciana, y sobre
la creación artística y sus licencias que la elevan algo de la llana realidad en
la que se basa. Convivencia con muchos inconvenientes, y difícil de soportar
para él, pero que su atónita y remolona fascinación por ella la hacían más
llevadera.
Bueno,
dejo de divagar, y en mi deambular de pura vagancia sólo pude encontrar una
cita de sabiduría ajena, así que ahí os la dejo, no como limosna, sino por pura
necesidad, la mía, de saber de todo un poco, aunque sea un poco:
- "La filosofía del vagabundo se apoya en
la no necesidad de nada y el buen talante de aceptarla sin queja
alguna". (Camilo José Cela).
Besos
y abrazos,
Don.
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