Acabado
el anterior matutino, en este reino mañanero en el que me recreo siempre que
puedo, ya estoy pergeñando como sustituirle con el siguiente, y que no se note
demasiado su ausencia, para lo cual me cuento mis propias películas tras el
visionado de otra en una sala oscura de cine, casi como en el calderoniano
sueño de mi propia vida. Lo mismo que sucede con estos días de otoño la mar de
veraniego, que van y vienen uno tras otro sin apariencia de cambio, pero el
caso es que poco a poco, casi imperceptiblemente y con exasperante lentitud,
las temperaturas van deslizándose hacia el más grato frescor, aunque todavía
lejos de precipitarse... tanto las temperaturas como las necesarias lluvias. De
momento, para hoy por los madriles, tendremos 26ºC de máxima prevista y sol a
raudales con apenas algunas nubes ensombreciendo su obsceno poderío lumínico,
cual inútiles tapujos.
Este
fin de semana estuve en el cine viendo "El reino", de
Rodrigo Sorogoyen, y con Antonio de la Torre, Mónica López, Josep Maria Pou,
Nacho Fresneda, Ana Wagener, Bárbara Lennie y Luis Zahera. Cuarto largo de este
director, y tercero en solitario, de quien había visto todos sus anteriores,
"Que Dios nos perdone" (2016), la espléndida y recomendabilísima
"Stockholm" (2013), y "8 citas" (2008), ésta codirigida con Peris Romano.
Un
influyente y carismático político regional, el delfín del presidente autonómico
de su partido, y con aspiraciones de dar el salto a la política nacional, vive
una vida de lujo y fiesta constante... chunda-chunda, ¡qué chungo! Por una
filtración sale a la palestra un caso de corrupción en el que se ve implicado
su mejor amigo, al que trata de encubrir, pero él también está implicado y
acaba no solo salpicado, sino además siendo el principal sospechoso de
embolsarse, tanto él como todo su partido, montones de dinero destinado a
subvenciones públicas, amén de contratos amañados, etc. La directiva nacional
quiere que cargue con todas las culpas, pero él, orgulloso y desafiante, y
desoyendo toda clase de consejos de correligionarios, amigos y familiares, se
embarca en una frenética lucha, cual pollo descabezado, por conseguir hacer
caer todo el entramado, del que tan solo es una pieza más del maquiavélico
engranaje. Si cae él, caerán todos... o no.
Estupenda
película (nota: 8) que os recomiendo, por la candente actualidad
de lo que cuenta, y por estar espléndidamente narrada, con adrenalínico ritmo
(y no solo el de su sincopada banda sonora) y tensión, que no decae y que
engancha. Apasionante e intrigante thriller sobre la arraigada corrupción de
este país y las cloacas de la política y sus puñaladas traperas que, cual
armonioso collage, contiene los casos más señalados, pero sin citar ninguno,
que en los últimos años no han cesado de gotear en los noticiarios. Sobre
mentiras, miserias y ambigüedades morales de algunos, quien sabe si de la mayoría
o de todos, tanto en la política como en la vida en general, que se vinieron
muy arriba en la era de los pelotazos y que ahora, y quien sabe si siempre,
rebotan, rebrotan y requetevotan tras los doloridos moratones.
Pues
antes de derrocar a este matutino y encumbrar al siguiente, unas citas de
sabiduría ajena, comenzando por el aforismo que aparece en el cartel de la
película, que también es su leitmotiv:
- "Los reyes caen, los reinos continúan".
- "Cual es el rey, tal es la
grey". (Refrán).
- " Engañóme porque no me mintió; que si
me mintiera, engañarme no pudiera".
(Refrán).
- "El tirano muere y su reino termina; el
mártir muere y su reino comienza".
(Sören A. Kierkegaard).
- "El poder absoluto fue y será siempre
la causa de la decadencia y de las desgracias de los pueblos, que tarde o
temprano llegan a padecer los mismos reyes". (Barón de Holbach).
Besos
y abrazos,
Don.
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