¡Buenos
días!
No
me privo de los matutinos, de ninguno, ni siquiera de este, pues es tanta su
bondad que ni de perdón necesitan. Tampoco perdono este divino día de otoño,
plácido y agradabilísimo, con luminoso sol y máximas previstas por los madriles
de en torno a los 20ºC, así que no me quedará otra que disfrutarlo con bien.
Antes
de ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Que Dios nos perdone",
de Rodrigo Sorogoyen, y con Antonio de la Torre, Roberto Álamo, Javier Pereira,
Luis Zahera, y José Luis García Pérez. Tercer largo de este director, y segundo
en solitario, de quien había visto sus dos anteriores, la espléndida y
recomendabilísima "Stockholm" (2013), y "8 citas" (2008), ésta codirigida con Peris Romano.
Durante
el caluroso verano de 2011, cuando la crisis económica llega a su apogeo, el
movimiento 15-M hace poco que surgió y no cesa en sus manifestaciones, y el
Papa va a visitar Madrid junto con miles de peregrinos de todo el mundo llenando
las calles, dos policías -el uno tímido y tartamudo y el otro violento e
impulsivo- se encargan de tratar de atrapar a un asesino en serie de ancianas
con el mayor sigilo posible para que la noticia no salte a lo medios.
Una
muy buena película (nota: 7) este thriller policiaco, con algunas cosas que
no me gustaron, clásico pero algo distinto, especialmente por su modo de
enfocar, de mirar a sus personajes y situaciones que viven. Está, y nos
mantiene, en permanente estado de tensión, de principio a fin, con algunos
toques de humor. Casi más que la cuestión de la indagación policial en busca
del asesino, parece importar más el indagar en la psicología y personalidad de
los protagonistas, muy distintos, pero complementarios, en cómo se comportan
ante y relacionan con sus familiares y amigos, si es que los hay, o no tan
allegados. Aunque distintos en apariencia, el uno introvertido, el otro
extrovertido, no lo son tanto, pues ambos tienen una gran dificultad en
relacionarse con los demás, cada uno a su modo, e incluso consigo mismos. Es
más, es posible que en el fondo no sean tan distintos del asesino al que
buscan, especialmente uno de ellos.
Ahora
algo de sabiduría ajena, también imperdonable en estos matutinos, con la que
espero aprendamos a pasar por alto esos pecadillos sin importancia, los de los
demás y los nuestros propios:
- "Al que yerra, perdónale una vez, mas
no después". (Refrán).
- "Para qué sirve el arrepentimiento, si
eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor es, sencillamente,
cambiar". (José Saramago).
Besos
y abrazos,
Don.
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