En
este íntimo debate, no sé a qué temperatura, si ardoroso o gélido, pero siempre
anhelado, ando de cuando en cuando, sea cuando estoy con ellos, sea cuando no
me queda otra que alejarme. Así supongo será el amor, al menos el nuestro. El
otoño, a pesar de sus vaivenes, sin embargo, sí que parece tenerlo algo más
claro, con sol asomando por las cada vez más densas nubes, con tibias
temperaturas (20ºC de máxima) y alguna tormenta vespertina prevista para hoy,
que dejará precipitar, amén de algunas centellas, unas tímidas gotas de agua,
no sé si de melancólica tristeza, uno de esos cánones otoñales que hoy parece
no serán por estos lares, que se barruntan de arrebato tormentoso, breve pero
intenso.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Cold war"
("Zimna wojna"), de Pawel Pawlikowski, y con Joanna Kulig y Tomasz
Kot. De este director polaco afincado en el Reino Unido había visto dos de sus anteriores
films, "Ida" (2013) y "Last resort" (2000).
En
la Polonia comunista de primeros de los años 50, cuando todavía casi todo eran
ruinas tras la guerra, para mayor gloria del partido, se está creando un grupo
folclórico. El director musical y una de las cantantes recién contratadas, de
caracteres y orígenes sociales diametralmente opuestos, sienten inmediata
atracción mutua, se enamoran apasionadamente y viven su amor a escondidas. En
una actuación en Berlín oriental, él le propone fugarse ambos a París, quedan
por la noche en las cercanías del puesto fronterizo, pero ella no se presenta.
Años después, ella le visita cuando viaja con el grupo a actuar en esta ciudad
y retoman momentáneamente su relación. Él va siguiéndola por diversas ciudades
europeas, viéndose intermitentemente, tratando de mantener su pasión a pesar de
las dificultades, las propias de su inestable relación, y las ajenas a ellos,
las del opresivo entorno socio-político de aquellos tiempos y lugares. Una
historia de amor difícil en tiempos difíciles.
Una
muy buena película (nota: 7), este muy melancólico drama romántico de
encuentros y desencuentros que transcurre a lo largo de una década, bellísima
formalmente, de exquisitas banda sonora (y tema principal) y fotografía en
blanco y negro, pero cuya fríamente arrebatada historia de amor, de intensa atracción
mutua que les condena a estar juntos, y a separarse, según el caso, no llegó a
conquistarme del todo, no me apasionó. Le faltó un qué sé yo para que me
llegara a parecer una delicia, para que me diera un revolcón con ella, a pesar
de lo maravillosamente narrada que estaba.
Ahora
unas citas de sabiduría ajena que no sé si ayudarán a mitigar en algo esa fría
tensión, como de acero, que a veces nos atenaza en las complicadas relaciones
amorosas, sin atrevernos a dar el paso definitivo, a atravesar el telón
decididamente:
- "Aunque mis ojos ya no puedan ver ese
puro destello, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la
hierba, de la gloria en las flores, no hay que entristecerse. Porque la belleza
siempre permanece en el recuerdo".
(William Wordsworth).
- "Tenía oído que algunos decían que el
amor era todo regocijo, alegría y contento, mas, aquella noche, sentada en la
playa, hubiera querido yo tener ante mí a aquellos sabios parlanchines para
hacerles sentir con el filo de mi espada el regocijo, la alegría y el contento
que ocasionaba el terrible dolor del amor. Era peor que una enfermedad, me
decía atormentada, peor que una llaga corrompida. Era como beber ponzoña y
tragar agujas. ¡Y todo por aquel rufián maleador cuyos rubios cabellos sólo
podían tener competencia con los del sol!". (Matilde Asensi).
- "Sigo pensando que los amores no
correspondidos son la droga natural más potente de este mundo. Tanto de los que
los sienten como de los que no los corresponden... Todos siempre acaban
sufriendo, pero vuelven a caer en sus redes". (Albert Espinosa).
- "Amar significa correr el riesgo de no
ser correspondido. Esperar es correr el riesgo de la decepción. Pero hay que
asumir algún riesgo, porque el mayor de la vida estriba en no arriesgar
nada". (Helen Exley).
Besos
y abrazos,
Don.
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