¡Buenos
días!
Tampoco
creo que me prive de tantas cosas como pudiera parecer al dedicar el tiempo que
empleo en estos gratificantes matutinos, que nadie me obliga, ni a rendir
cuentas por ello. El que si parece haberse sacrificado hace días, en aras de su
vecino el invierno, por cuyo umbral de entrada de calendario pasaremos en
breves tres días, el 21, es este otoño que ya casi ni se le ve, con heladas de
alborada, sol tibio y calma chicha, con 10ºC previstos de máxima para hoy.
Este
fin de semana estuve en el cine viendo "El sacrificio de un ciervo
sagrado" ("The killing of a sacred deer"), de Yorgos
Lanthimos, y con Colin Farrell, Nicole Kidman, y Barry Keoghan. Sexto largo de
este director y guionista griego, y cuarto que veo, tras "Langosta" ("The lobster", 2015), "Alps" ("Alpeis", 2011), y "Canino" ("Kynodontas", 2009).
Un
prestigioso cardiocirujano, casado con una oftalmóloga, y con dos hijos, una
adolescente y un hijo más pequeño, conforman una familia modélica, diríase que
feliz. Él tiene una relación de amistad con un adolescente huérfano de padre,
al que protege... pues se siente culpable al haber muerto su padre en su mesa
de operaciones por una negligencia. Poco a poco, la presencia del chaval en la
familia se irá haciendo más y más incómoda y opresiva y este terminará por
obligar al médico a que tenga que hacer una difícil elección, todo un
sacrificio, so pena de perder todo lo que más quiere.
Película
que, como en casi todas las de este director, no me gustó, me incomodó para mal
(nota:
4), cuajada de extrañas situaciones, surrealistas, que no entendí
demasiado bien, a pesar de sus cuidadísimas maneras formales y espléndidos
encuadres. Esta especie de thriller tiene elementos de cine de terror y del de
drama familiar. Por el desarrollo de la historia me recordó a algunos films de
Haneke, y por la frialdad formal, y algunas escenas, a otros del maestro
Kubrick. Los films de Haneke también me incomodan, pero su toque particular
hace que me gusten, pues les veo el sentido. Mirada esquinada a los absurdos
familiares y que básicamente va de como el peso de la culpa nos condiciona y de
como al intentar aliviarlo se nos presentan ciertas encrucijadas morales. Desde
el mismo título, toda ella tiene reminiscencias de la tragedia griega de
Eurípides sobre Ifigenia.
Bueno,
pues ahí os dejo unas citas sobre el altar de la sabiduría ajena, cual
incruenta ofrenda:
- "Es una ley: sufrir para
comprender". (Esquilo).
- "Ni aun permaneciendo sentado junto al
fuego de su hogar puede el hombre escapar a la sentencia de su
destino". (Esquilo).
- "Pero la felicidad es inconstante, y
cuando la aflicción viene después de la dicha, la vida es intolerable al
hombre". (Eurípides).
- "Un gran sacrificio resulta fácil; los
que resultan difíciles son los continuos pequeños sacrificios". (Goethe).
Besos
y abrazos,
Don.
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