domingo, 3 de diciembre de 2017

Ancestros matutinos

¡Buenos días!

Miedo me da, aunque no debería, pues más bien tendría que ser todo un festejo, el día en que descubran mis matutinos cuales fueron sus orígenes y se pongan a reverenciarme, que no tengo madera de santo, ni yo muy amigo soy de hagiografías. De todas formas tampoco me comeré mucho el coco con ello. Como tampoco lo hace el clima, siguiendo su propio camino con independencia de lo que diga el acartonado calendario y sus tradiciones, que seguimos de gelidez invernal cuando todavía ni hemos salido del otoño astronómico, que lo haremos el día 21, el del solsticio invernal.

Este fin de semana estuve en el cine viendo una de animación por ordenador, de la Pixar, que es propiedad de la Disney, lo que cada vez parece notarse más. Se trató de "Coco", de Lee Unkrich y Adrián Molina. Es el debut en el largo del segundo codirector, y del primero había visto todos sus anteriores, el más reciente dirigido solo por él, y el resto codirigido con otros: "Toy story 3" (2010), "Buscando a Nemo" ("Finding Nemo", 2003), "Monstruos, S.A." ("Monsters, Inc.", 2001), y "Toy story 2" (1999).

Un chaval de doce años anhela ser músico, inspirado por su ídolo, el más famoso cantante de la historia de México, fallecido trágicamente tres cuartos de siglo atrás. Pero vive en una familia dedicada a fabricar zapatos desde hace varias generaciones, y que tiene prohibida la música desde que su tatarabuelo abandonó a su esposa e hija, Coco, para dedicarse en cuerpo y alma a su pasión de ser músico. Durante las celebraciones del día de difuntos, y como no le dejan cumplir su sueño, el chavo (o chamaco) huye de casa y se topa con el mausoleo de su ídolo musical, se cuela furtivamente y sin darse cuenta acaba traspasando el umbral que separa a los vivos de los muertos, para entrar en la tierra que da cobijo a estos.

Una buena película (nota: 6), con la espectacular técnica de animación digital de la Pixar, los mejores en esto, pero cuya historia no me pareció tan magistral como otras suyas, como esa exquisita maravilla que fue "Del revés" ("Inside out", 2015) de Pete Docter y Ronaldo del Carmen. Melodrama musical, muy emotivo, especialmente hacia el final, y que coqueteó con lo meloso, pero sin llegar a estresar mi insulina cinéfila. Nos habla, entre otras cosas, de la necesidad de ser recordados cuando pasamos al más allá y de mantener vivos los recuerdos de nuestros más allegados fallecidos. En cierto modo, por esto, me recordó tangencialmente a otro film que vi el mes pasado, estupendo, "A ghost story" de David Lowery.

Además, me pareció que tenía más toque Disney que otras anteriores de la Pixar, comenzando por el muy empalagoso corto Disney que le precede, "Frozen: una aventura de Olaf" ("Olaf's frozen adventure"), de Kevin Deters y Stevie Wermers, infumable para mí (nota: 2), parece que anticipo del film secuela de "Frozen", rompiendo la magnífica tradición de que a un largo de la Pixar le precede un corto Pixar, de calidad insuperable, muchas veces mejores que el mismo largo al que hacen de telonero.

Ahora unas citas de sabiduría ajena, que tal vez nos ayuden a estar mejor del coco, e incluso a tratar de tener mucho:

 - "Las gentes que nunca se preocupan por sus antepasados jamás mirarán hacia la posteridad".  (Edmund Burke).

 - "Los antepasados son lo más importante para quien no ha hecho nada".  (Giacomo Leopardi).

 - "Sería mucho mejor para nuestros distinguidos antepasados alabarles con menos palabras y con más acciones nobles".  (Horace Mann).

 - "La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados".  (Ernesto Sábato).

Besos y abrazos,

Don.
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