¡Buenos
días!
Otra
mañana más en la que vuelvo requetecontento a mis vitales matutinos,
refugiándome de la eventual crudeza exterior, tratando de disfrutar todo lo
posible en los ratos que paso por aquí, sin importar lo demás, que más allá
nadie sabe qué ocurrirá... lo más seguro es que apenas nada. El invierno sigue
revitalizándose más a cada día que pasa, saliendo de su letargo, enseñándonos
su más ruda faz, con gélidas madrugadas, viento helador, y un sol que parece
puesto de adorno, sin calentar lo más mínimo, casi aletargándonos a todos, cual
osos en hibernación a la espera de mejores momentos para rebrotar de nuevo,
como la sabia naturaleza nos enseña.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Proyecto Lázaro"
("Project Lazarus"), de Mateo Gil, y con Tom Hughes, Charlotte Le
Bon, Oona Chaplin, y Barry Ward. Es el tercer largo como director, y segundo
que veo tras "Blackthorn (Sin destino)" (2011), de este también
guionista, muy bueno en sus dos facetas, de quien sí he visto todos los que ha
escrito sin además ser el director, la mayoría dirigidos por Alejandro
Amenábar. Solo me falta por ver su primer film como director, "Nadie
conoce a nadie" (1999).
A un
exitoso joven le diagnostican un fulminante cáncer terminal y le pronostican
que en menos de un año fallecerá. Dado que no acaba de aceptar su inminente y
fatal destino, decide criogenizar su cuerpo poco antes de morir. Sesenta años
después, en 2084, gracias a los galopantes avances médicos, se convierte en el
primer hombre resucitado de la historia.
Una
muy buena película en general (nota: 7), con sus más y sus
menos, este drama de ciencia ficción, con cierto deje entre filosófico y
metafísico, con toques de terror existencial, sobre todo en su muy inquietante
escena final, como de pesadilla orwelliana situada temporalmente justo una
centuria después de 1984. Induce muchas reflexiones, casi siempre la mar de
incómodas, que producen mucha desazón y vértigo ante el abismo de lo
desconocido, de la nada absoluta del más allá, lo que ha provocado que la
mayoría de la humanidad mitifique, y mistifique, para soslayarlo, entendámonos,
las religiones y sus sucedáneos y su vana promesa de un paradisíaco mundo de
ánimas, causa o efecto, no sé, pero da igual, de nuestro estúpido anhelo por
perdurar allende nuestra muerte (en cuerpo o alma, según los casos), inútiles
coletazos de lagartija o espasmos de gallina decapitada.
Nos
habla de vida, muerte y desasosegante resurrección, que las dos primeras no
pueden estar la una sin la otra y se dan sentido mutuo. También de encarar la
muerte y asumirla, y de refilón de la vejez. Y del amor, cuya ausencia nos
vacía, y que es lo mejor y que más sentido da a nuestras vidas, de vivir su
momento y disfrutarlo, que nuestros deseos de un futuro mejor no siempre son
tan lustrosos si es que llegan a cumplirse, tal y como destilaba la cita con la
que remataba el matutino de ayer y con la que comienzo la sección de sabiduría
ajena del de hoy:
- "Cuando nuestros sueños se han cumplido
es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la
realidad". (Ninon de Lenclos).
- "El futuro es ese periodo de tiempo en
el que prosperan nuestros negocios, nuestros amigos son verdaderos y nuestra
felicidad segura". (Ambrose
Bierce).
- "En todo aquello que vale la pena de
tener, incluso en el placer, hay un punto de dolor o de tedio que ha de ser
sobrevivido para que el placer pueda revivir y resistir". (Gilbert K. Chesterton).
- "Nada hay más admirable y heroico, que
sacar valor del seno mismo de las desgracias, y revivir con cada golpe que
debiera darnos muerte". (Louis-Antoine
Caraccioli).
Besos
y abrazos,
Don.
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