¡Buenos días!
El veranillo de San Miguel, que fue antes de ayer, ejerce hoy todavía su implacable influencia, agobiándonos sin excesos caniculares en las horas centrales del día a poco que el sol nos enfile, haciéndonos querer salir de su nefasto dominio y escondernos en la sombra, cosa que hacemos dado nuestro libre albedrío por mucho que se empeñe en evitarlo. La máxima prevista para hoy por los madriles será de 28ºC, con férreo sol (amarillo, que no rojo) y algunas nubes tratando de descarriarse de su influencia antes de que trate de evaporarlas. Pues este nuevo proyecto matutino, elaborado en comandita y en connivencia con él, y que seguirá su propio camino con mi beneplácito y sin interferencias mías tras los consabidos besos y abrazos, ahora inicia su andadura, virginal de momento, aunque dejará de serlo cuando sea menester, ley de vida.
Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "La virgen roja" (2024), de Paula Ortiz, y con Najwa Nimri, Alba Planas, Aixa Villagrán, Patrick Criado, y Pepe Viyuela. Es la quinta película de su directora, de quien había visto sus cuatro anteriores, "Teresa" (2023), "Al otro lado del río y entre los árboles" ("Across the river and into the trees", 2022), "La novia" (2015) y "De tu ventana a la mía" (2011).
Año 1914. Una mujer, muy cultivada cultural e intelectualmente, concibe conscientemente a su hija Hildegart (desconocido el padre, acepciones 1 y 8 del diccionario de la RAE) con la idea de que será su proyecto vital, para convertirla en la perfecta mujer del futuro que cambiará el mundo. Gracias a la intensiva educación que le da a su niña prodigio esta llegará a ser, en la España de 1931, uno de los intelectos más brillantes del país y uno de los referentes europeos sobre sexualidad femenina y derechos de la mujer. Poco tiempo después, conocerá a un joven político socialista con el que empezará a descubrir, a escondidas de la férrea disciplina que le impone su inflexible madre, la libertad lejos de ella a la par que nuevas emociones que desconocía. La madre, temiendo perder el control sobre su hija, hará todo lo posible para que esto no suceda.
Muy buena película (nota: 7), basada en la historia real de Hildegart Rodríguez (1914-1933) y su obsesiva, posesiva y gélida madre, que nos es contada cual especie de cuento de terror gótico, que más que de hechos históricos nos habla esencialmente tanto de reivindicación feminista (las mujeres no son propiedad de los hombres), tan vigente entonces como ahora, como de saber cortar el cordón umbilical cuando toca (los hijos no son propiedad de los padres), planteando además otros debates que todavía siguen abiertos en la actualidad con alguna que otra disquisición filosófica incrustada. Además, nos muestra la terrible paradoja de como ideas brillantes y necesarias, al devenir en dogmáticas, degeneran, corrompiéndose, en oscuridad absolutamente prescindible, y de cómo el proyecto de educar a la primera mujer libre (del dominio masculino) en cuanto ella quiso ser libre (de su madre) fue eliminada desalmadamente y sin miramientos como obra fallida.
Pues no hay proyecto matutino que se precie, por mucho que hasta aquí sea totalmente mío, sin su ración de citas de la sabiduría de otros:
- "La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano". (Concepción Arenal).
- "La mitad del mundo no comprende los placeres de la otra mitad". (Jane Austen).
Y en mi querer nadie manda
Te quiero porque me sale
De los reaños del alma
[...]
Cuando paso por tu puerta
Cojo pan y voy comiendo
Pa' que no diga tu madre
Que de verte me mantengo
[...]" (Copla popular).
- "Más vale buena esperanza que ruin posesión". (Refrán).
- "Sus hijos no son sus hijos [...] Vienen a través de ustedes, mas no de ustedes [...] no les pertenecen [...] Pueden darles su amor, mas no sus pensamientos, pues ellos tienen los suyos [...] no intenten hacerlos como ustedes [...] Dejen que sus hijos vuelen solos del nido cuando llegue la hora y no les reclamen para que vuelvan [...] Déjenlos libres, ámenlos con libertad, no apaguen el fuego de su hogar, vivan y dejen vivir, así ellos siempre los querrán". (Khalil Gibran, "Los hijos").
Besos y abrazos,
Don.
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