¡Buenos días!
Cual si en un hammam estuviésemos todos tan estrechamente apretados como dentro de un autobús en hora punta, así es la sensación térmica que tengo en estos días de canícula veraniega, vaya por donde vaya por estos lares. Noches ecuatoriales (25ºC esta madrugada) y máxima prevista para hoy por los madriles de 39ºC, algo más llevaderos que cuando sobrepasaron la cuarentena hace un par de días. Aparte de esto, no, no vayáis por las acepciones negativas del título (estrecho), y mucho menos en patera, que naufragaríais irremisiblemente, dada la habitual naturaleza de estos matutinos, caracterizados por su íntima cercanía, al menos conmigo.
Antes de ayer por la tarde no estuve en el cine, sino en el teatro, viendo la obra "14.4", escrita por Juan Diego Botto, Sergio Peris-Mencheta y Ahmed Younoussi, dirigida por Sergio Peris-Mencheta, e interpretada por Ahmed Younoussi. De los dos primeros autores había visto hace tres años otra de sus obras, "Una noche sin luna".
14,4 es la distancia en kilómetros que hay entre los dos puntos más cercanos, separados por el Estrecho de Gibraltar, de Europa (España) y África (Marruecos), acercándose geológicamente ambas placas tectónicas cada vez más. Ahmed (35 años) nos cuenta su historia, al vaivén de las olas de cierto lirismo que ocultan en sus profundidades oscuros abismos de violencia y miserias de todo tipo, del maltrato familiar que padeció desde que tuvo uso de razón con 3 años, de la huida (con 6 años y casi sin querer) de su hogar, en una pequeña ciudad del interior marroquí, hasta las calles de Tánger, donde convivió con otros niños como él, malviviendo, buscándose la vida y huyendo de las palizas de la policía, mientras soñaban con cruzar a España, el mismísimo paraíso donde todos sus deseos se harán realidad. Con 9 años, tras varios intentos fallidos en los que se jugó la vida, logró colarse inadvertidamente en un camión con destino a España, la tierra prometida, pero una vez aquí las cosas no sucedieron como había imaginado.
Muy buena obra (nota: 7), y muy recomendable, de esas de obligado visionado que quizá ayude a romper algún que otro prejuicio, este monólogo basado en la propia experiencia vital del actor, y de otros como él, toda una odisea, en el que interpreta diversos personajes además de a sí mismo y también hay diversas proyecciones visuales que ayudan a enfatizar la cuestión. Toda la parafernalia escénica, bastante minimalista, es bastante similar a la de la otra obra que vi de sus autores, "Una noche sin luna". Con algunas notas de humor entre tanta trágica peripecia que encoge el alma y nos interpela como sociedad primermundista. También se reparte estopa a las políticas gubernamentales europeas del estilo de barrer debajo de la alfombra (y su perspectiva histórica). A pesar de las tablas y del desparpajo del actor (le viene de nacimiento y además por adquisición, a golpes, durante su dura peripecia personal), por poner un pero (defectillo a corregir en adelante) noté que a veces su dicción fue algo ininteligible, aunque ni lo fue por acento (perfecto español) ni por los breves y escasos fragmentos en marroquí (subtitulados)... tendría que haber vocalizado y proyectado la voz algo mejor... o eso, o es que con la edad voy ganando en dureza de oído (a no mucho tardar supongo que tendré que corregirme esto con audífonos).
Bueno, antes de que este matutino migre al albur del destino o de sus deseos, nada como unas citas de sabiduría ajena que ayuden a ampliar nuestras eventuales estrecheces de miras:
- "Toda reflexión que transporta al hombre fuera del círculo estrecho de su egoísmo, es saludable y buena para el alma, cualquiera que sea el giro que tome esa reflexión". (Ernest Renan).
- "Ocurre con la gente de mente pequeña lo mismo que con las botellas de cuello estrecho. Cuanto menos contiene, más ruido hacen al vaciarlas". (Alexander Pope).
- "Es propio de aquellos con mentes estrechas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza". (Antonio Machado).
- "Esta vida es la travesía de un mar, en el que nos encontramos en el mismo estrecho bajel, en la muerte alcanzamos la playa y marchamos a nuestros mundos distintos". (Rabindranath Tagore).
Besos y abrazos,
Don.
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