viernes, 5 de julio de 2019

¡Cuánta incertidumbre matutina!

¡Buenos días!

Este es el meollo de la cuestión, no sé si voy o vengo, ni donde estoy, quizá vosotros podáis determinar, con vuestra aguda observación, ya os anticipo que bastante incierta, que ahora mismo estoy dentro de los matutinos mientras leéis de buena mañana estas disquisiciones que estoy escribiendo, ahora para mí en la vespertina víspera de vuestra lectura, dudoso pasado para vosotros, tal vez. Por lo demás, el verano sigue a lo suyo, con un tórrido sol que nos funde con su calor de fusión nuclear y que tal vez consiga hacernos explotar por fisión con sus rayos inclementes cuando la masa crítica de nuestro aguante ya no lo resista. La máxima prevista para hoy volverá a ser de 35ºC.

Antes de ayer por la tarde estuve en el teatro viendo la obra "Copenhague" ("Copenhagen", 1998), escrita por Michael Frayn, adaptada y dirigida por Claudio Tolcachir, e interpretada por Carlos Hipólito, Emilio Gutiérrez Caba y Malena Gutiérrez. De este director argentino, también dramaturgo y actor, había visto anteriormente cuatro obras suyas dirigidas por él: "La mentira" ("Le mensonge"), escrita por Florian Zeller; "Tierra del fuego", escrita por Mario Diament; "Todos eran mis hijos" ("All my sons"), escrita por Arthur Miller; y "La omisión de la familia Coleman", escrita y dirigida por él.

A principios del otoño de 1941, en plena II Guerra Mundial, los físicos teóricos Werner Heisenberg (alemán) y Niels Bohr (danés), discípulo y maestro respectivamente, dos de las mayores eminencias científicas del siglo XX, pilares de la física cuántica, se reúnen en la casa de este, en la Copenhague invadida por los nazis, a petición de aquel. Amigos de antaño, enemistados por ser ciudadanos de países enfrentados por una guerra, hablaron de la futurible (por entonces) bomba atómica, abominable aplicación técnica de sus teorías. Parece que el maestro se negó a ayudar a su discípulo en tal cometido, lo que privó al régimen nazi de conseguir fabricar una bomba atómica.

Una sobresaliente obra teatral (nota: 9), por contenido y montaje, que conjetura lo que pudo haber pasado en esa reunión, toda una incertidumbre, casi como en el homónimo principio de Heisenberg, si realmente este solicitó ayuda a Bohr para resolver ciertos problemas de cálculo en su formulación teórica sobre como llegar a obtener la bomba atómica y este se negó, o si simplemente debatieron sobre la ética del uso de sus conocimientos sobre física nuclear para construir armas de destrucción masiva, o si... Al hilo de esto, os planteo esta disyuntiva que dejo caer en similares debates... ¿debería prohibirse la producción de cuchillos, magnífica herramienta ancestral de múltiples utilidades, porque algunos degenerados la usen para asesinar?... En la obra, el personaje de la mujer de Bohr, lega en ciencias, aparece como narradora in situ con la misión de hacer más divulgativo el denso mensaje científico, y por ende filosófico, que contiene esta magnífica obra, que da mucho que pensar.

Pues lejos de toda duda acerca de cuántica... o según diría un maño o murciano, cuantica sabiduría ajena hay por el mundo, ahí os dejo unos botones de muestra, recogidos sin el más leve atisbo de azar... o no, ya lo dudo, todo es posible a la vez, ahora que lo pienso:

 - "La mayoría de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos".  (Albert Einstein).

 - "Las ideas no son responsables de lo que los hombres hacen de ellas".  (Werner Heisenberg).

 - "Toda frase que yo emita habrá de ser considerada por ustedes no como una aseveración, sino como una pregunta".  (Niels Bohr).

 - "La incertidumbre es una posición incómoda. Pero la certeza es una posición absurda".  (Voltaire).

Besos y abrazos,

Don.
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