Este
es el meollo de la cuestión, no sé si voy o vengo, ni donde estoy, quizá
vosotros podáis determinar, con vuestra aguda observación, ya os anticipo que
bastante incierta, que ahora mismo estoy dentro de los matutinos mientras leéis
de buena mañana estas disquisiciones que estoy escribiendo, ahora para mí en la
vespertina víspera de vuestra lectura, dudoso pasado para vosotros, tal vez.
Por lo demás, el verano sigue a lo suyo, con un tórrido sol que nos funde con
su calor de fusión nuclear y que tal vez consiga hacernos explotar por fisión
con sus rayos inclementes cuando la masa crítica de nuestro aguante ya no lo
resista. La máxima prevista para hoy volverá a ser de 35ºC.
Antes
de ayer por la tarde estuve en el teatro viendo la obra "Copenhague"
("Copenhagen", 1998), escrita por Michael Frayn, adaptada y dirigida
por Claudio Tolcachir, e interpretada por Carlos Hipólito, Emilio Gutiérrez
Caba y Malena Gutiérrez. De este director argentino, también dramaturgo y
actor, había visto anteriormente cuatro obras suyas dirigidas por él: "La mentira" ("Le mensonge"), escrita por Florian
Zeller; "Tierra del fuego", escrita por Mario Diament; "Todos eran mis hijos" ("All my sons"),
escrita por Arthur Miller; y "La omisión de la familia Coleman", escrita y dirigida por
él.
A
principios del otoño de 1941, en plena II Guerra Mundial, los físicos teóricos
Werner Heisenberg (alemán) y Niels Bohr (danés), discípulo y maestro respectivamente, dos de las mayores eminencias científicas del siglo XX,
pilares de la física cuántica, se reúnen en la casa de este, en la Copenhague
invadida por los nazis, a petición de aquel. Amigos de antaño, enemistados por
ser ciudadanos de países enfrentados por una guerra, hablaron de la futurible
(por entonces) bomba atómica, abominable aplicación técnica de sus teorías.
Parece que el maestro se negó a ayudar a su discípulo en tal cometido, lo que
privó al régimen nazi de conseguir fabricar una bomba atómica.
Una
sobresaliente obra teatral (nota: 9), por contenido y
montaje, que conjetura lo que pudo haber pasado en esa reunión, toda una
incertidumbre, casi como en el homónimo principio de Heisenberg, si realmente
este solicitó ayuda a Bohr para resolver ciertos problemas de cálculo en su
formulación teórica sobre como llegar a obtener la bomba atómica y este se
negó, o si simplemente debatieron sobre la ética del uso de sus conocimientos
sobre física nuclear para construir armas de destrucción masiva, o si... Al
hilo de esto, os planteo esta disyuntiva que dejo caer en similares debates... ¿debería
prohibirse la producción de cuchillos, magnífica herramienta ancestral de
múltiples utilidades, porque algunos degenerados la usen para asesinar?... En
la obra, el personaje de la mujer de Bohr, lega en ciencias, aparece como
narradora in situ con la misión de hacer más divulgativo el denso mensaje
científico, y por ende filosófico, que contiene esta magnífica obra, que da
mucho que pensar.
Pues
lejos de toda duda acerca de cuántica... o según diría un maño o murciano,
cuantica sabiduría ajena hay por el mundo, ahí os dejo unos botones de muestra,
recogidos sin el más leve atisbo de azar... o no, ya lo dudo, todo es posible a
la vez, ahora que lo pienso:
- "La mayoría de las ideas fundamentales
de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla general pueden ser
expresadas en un lenguaje comprensible para todos". (Albert Einstein).
- "Las ideas no son responsables de lo
que los hombres hacen de ellas".
(Werner Heisenberg).
- "Toda frase que yo emita habrá de ser
considerada por ustedes no como una aseveración, sino como una
pregunta". (Niels Bohr).
- "La incertidumbre es una posición
incómoda. Pero la certeza es una posición absurda". (Voltaire).
Besos
y abrazos,
Don.
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