Totalmente
a salvo, en el refugio de mi imaginación matutina no hay miedo que pueda
atenazarme, ni hacerme correr cual pollo descabezado, así que las únicas huidas
por aquí son las de mi imaginación, que fluye con reflexiva serenidad, al albur
de lo que la pueda incitar a volar. El que tampoco parece lleno de pavor es
este verano que se niega a salir pitando de aquí hasta que le llegue el
momento, y nos abrasa con otro día de tórrido calor cerca de la cuarentena
centígrada, parece que el último de esta asfixiante ola... hasta la siguiente
que nos atosigue.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo una película que no os deberíais perder.
Os la recomiendo aunque se sufre viéndola. Se trató de "Utoya.
22 de julio" ("Utøya 22. juli"), de Erik Poppe, y
con Andrea Berntzen. Es el segundo largo que veo, tras "Mil veces buenas noches" ("A thousand times
goodnight", 2013), de los de este director noruego, quien anteriormente
fue fotorreportero de guerra.
El
22 de julio de 2011 un fanático de extrema derecha pone una bomba en el barrio
gubernamental de Oslo, con el resultado de varios muertos. Varias horas después
llega a Utoya, una pequeña isla a pocos kilómetros de la capital noruega, donde
varios centenares de idealistas adolescentes y jóvenes disfrutaban de un
campamento de verano en el que se debatían cuestiones políticas de su interés,
y perpetra una matanza indiscriminada, a tiros de su fusil automático, durante
72 eternos minutos, con el resultado de setenta y tantos muertos y casi un
centenar de heridos graves.
Sobresaliente
película (nota: 9), peliculón, que cámara en mano, absolutamente
inmersiva, sin necesidad de gafas 3D ni leches, cosas de incitar adecuadamente
la imaginación del cerebro, esa poderosa herramienta que todos tenemos (o eso
se supone), y que nos hace creernos partícipes de la horrenda peripecia,
siguiendo a la protagonista en su pesadilla, en su pavor, su angustia, su
absoluta desesperación, en el no saber por dónde le viene. Tras un prólogo con
textos informativos e imágenes de archivo del suceso previo (las bombas en
Oslo) a lo narrado en el film, este se desarrolla en tiempo real, 72 minutos, y
en un portentoso plano secuencia. Obviamente, el asesino, por depravado que
fuera, no interesa aquí, que es un perfecto don nadie, sino el cómo vivieron
las víctimas el terrible suceso. Película que a partir de los testimonios de
algunos de los supervivientes desarrolla una historia ficticia sobre lo que
realmente pudo haber ocurrido entonces.
Ahora,
sin miedo, ahí os dejo unas citas de sabiduría ajena, espero que remedio ante
la ignorante barbarie, si no de cura, sí de prevención antes sus desmanes:
- "Sin duda que las maldades y los
dolores, las pasiones y los fanatismos han sido, son y serán siempre un
elemento perturbador de todo bien; pero su poder se restringiría mucho si no
estuviese favorecido por la ignorancia; ella es la primera y más poderosa
rémora del progreso". (Concepción
Arenal).
- "Cuando el fanatismo ha gangrenado el
cerebro, la enfermedad es casi incurable".
(Voltaire).
- "Del fanatismo a la barbarie sólo media
un paso". (Denis Diderot).
Besos
y abrazos,
Don.
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