Más
que recordarlos, los evoco confusamente en mi memoria, sin demasiada añoranza,
que la vida sigue y hay que fluir con ella. Por lo que al tórrido clima
veraniego de estos días respecta no tengo muy claro, que ayer tarde el cielo se
puso muy gris y descargó una breve tormenta, cuando comenzó a abrasarnos, a
hacernos arder, no de amor, sino de puro sofoco que nos deja sin aliento.
Seguimos igual que ayer, y parece que también en sucesivos días. En algún
momento se nos romperá el amor, perdón, la canícula quería decir, de tanto
usarla, que decía la canción de la Jurado, que con estos arrebatos térmicos no
sé dónde vamos a parar.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Génesis"
("Genèse"), de Philippe Lesage, y con Théodore Pellerin y Noée Abita.
Es el tercer largo, y primero que veo de este director canadiense.
Un
adolescente, en los últimos años de instituto, y su hermanastra, en su primer
año de universidad, viven las turbulencias amorosas y sexuales de su edad. Él
se enamora en secreto de su mejor amigo, y ella, decepcionada por su inmaduro
novio, se va distanciando de él hasta dejarle e, insatisfecha, precipitarse
hacia relaciones amorosas cada vez más dañinas. Además, un preadolescente, durante
un campamento de verano, empieza a experimentar, titubeante, sus primeros
amores hacia una compañera que allí conoce.
Estupenda
película (nota: 8), evocadora de pasadas sensaciones a flor de
piel, y eso que no me convenció, me descolocó, con su estructura de dos
historias que corren paralelas, intercalándose sus momentos en pantalla, y una
historia al final, cuando parecía que acababa la película, sin nada que ver
aparentemente con las anteriores. Eran tres mediometrajes en un largo. Sin
embargo, la hermosura, la exquisita delicadeza de las historias, las tres, su
complejidad, con momentos sublimes, el modo de mirar, me cautivaron.
Historia
de sentimientos prístinos, casi que ingenuos, y confusos, sin cortapisas, pero
sumamente auténticos, del despertar sexual, de amores no correspondidos... o
sí, de rupturas, de deseos, dudas, miedos, del lanzarse al vacío
inconscientemente, de... todo a borbotones, pero aquí plasmado con suma
serenidad.
Ahora,
en la sección de sabiduría ajena, tan solo un largo extracto de una entrevista
al director, que me ha parecido perfectamente niquelada, profundamente sabia
para encajarla aquí:
- "[...] No hay edad para que un primer
encuentro logre cambiarlo todo. El amor revolucionario puede surgir en
cualquier momento [...] Pero la realidad es que un año en la vida de un
adolescente equivale en términos de intensidad y descubrimientos a cinco, diez,
quince años de un adulto. Por ello, la juventud se convierte en un período
fascinante [...] Tengo también mucha admiración por los jóvenes protagonistas
porque ellos se entregan al amor sin desconfianza. Yo prefiero los corazones
temerarios a aquellos que retroceden por miedo a ser heridos. Ahora bien, es lo
propio de la adolescencia, enamorarse de las personas equivocadas, cometer
errores, hacer demasiado o no lo suficiente. Solo después de ser heridos,
comenzamos a escondernos, a hacer cálculos, a tomar decisiones racionales. La
ceguera amorosa me fascina más. Los protagonistas van hasta el final de su
búsqueda; quizá se golpeen con la pared, se hagan daño, pero se levantarán
[...] Ellos lo dan todo [...]".
(Philippe Lesage).
Besos
y abrazos,
Don.
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