martes, 30 de julio de 2019

La química matutina que nos une

¡Buenos días!

Que nos une y atrae inevitablemente, así que ya rendidos a la evidencia, nos dejamos llevar por las autopistas y vericuetos que nos van surgiendo, conduciéndonos de la mejor manera posible. Por lo demás, el verano sigue tan apegado a nosotros, que no nos queda otra que aceptarle tal cual es, con sus sofocos y alivios, disfrutando el camino que nos quede por ir juntos, sabiendo que algún día se irá y nos dejará. Hoy está amable con sus 31ºC de máxima prevista, dando confortable calor, pero sin agobios, y dejándonos respirar, segura fórmula para que no queramos que se vaya tan pronto.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo una deliciosa película que me encandiló, una dulce caricia sobre mi cuerpo y alma que me desestresó, y que por tanto os recomiendo muy encarecidamente que vayáis a ver. Se trató de "303", de Hans Weingartner, y con Mala Emde y Anton Spieker. De este director y guionista alemán había visto uno de sus anteriores largos, "Los edukadores" ("Die fetten jahre sind vorbei", 2004).

Dos jóvenes universitarios, que no se conocen, acaban de terminar los últimos cursos de sus respectivas carreras universitarias en Berlín. Ella, que estudió bioquímica y le suspendieron una asignatura, se embarca en su vieja autocaravana, una Mercedes modelo 303, rumbo a Portugal, donde su novio está desarrollando un proyecto de investigación, para comunicarle personalmente que está imprevistamente embarazada. Recoge al otro, licenciado en ciencias políticas y que no pudo conseguir una beca post-grado, que hace autostop en una gasolinera a las afueras de la capital para dirigirse a España para conocer a su padre biológico. Tras un desencuentro inicial, a medida que van recorriendo Europa irán conociéndose mejor, al otro y a sí mismos... y ya se sabe, el roce va haciendo el cariño.

Sobresaliente película (nota: 9) que me enamoró, esta, podría decirse, road movie romántica muy dicharachera, de gran naturalismo, casi que minimalista, en la que los dos protagonistas, con indudable química entre ellos, que exuda a través de la pantalla, nos llevan de viaje no solo por diversos territorios europeos, sino también por sus adentros, emocionales e intelectuales, a través de sus conversaciones sobre los más variopintos temas, con un punto idealista, sean socio-políticos, científicos, de relaciones amorosas, o de intimidad personal; y hablando, hablando, el amor va palpitando, cada vez con mayor intensidad. Así, cual si estuviéramos viendo crecer la hierba, vamos viendo como brota el amor de a poquito a partir de la primigenia química corporal que lo enciende.

Recuerda a "Antes del amanecer" ("Before sunrise", 1995) de Richard Linklater, en la que también se narra un amor incipiente, luego continuado en las otras dos de la exquisita trilogía,  "Antes del atardecer" ("Before sunset", 2004), y "Antes del anochecer" ("Before midnight", 2013). De hecho, Hans Weingartner trabajó como asistente de producción de la primera, y algo se le quedó prendido.

Ahora, en la sección de sabiduría ajena comienzo con una cita del propio director del film hoy glosado, y os termino acariciando con la otra, antes de besaros y abrazaros... pero dejando correr el aire, que estamos en verano:

 - "[El amor] es la base de nuestra felicidad, la decisión más importante de nuestras vidas, pero realmente no sabemos nada al respecto y, a menudo, tomamos decisiones equivocadas porque nos aferramos a viejos ideales románticos que están lejos de la realidad".  (Hans Weingartner).

 - "Las caricias son tan necesarias para la vida de los sentimientos como las hojas para los árboles. Sin ellas, el amor muere por la raíz".  (Nathaniel Hawthorne).

Besos y abrazos,

Don.
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