jueves, 18 de julio de 2019

Matutino requeteenvenenado

¡Buenos días!

De tan envenenado, y dado que según dicen que los extremos se juntan, creo, y efectivamente así es, que son de una pureza tan auténtica que por eso me tienen tan engatusado como para robarme el corazón. Por los demás, estos últimos días de verano siguen razonablemente benevolentes, con máximas en torno a los 34ºC, y sin excesiva calorina, pero en pocos días, según las previsiones, parece que volverán a emponzoñarse, hasta casi asfixiarnos, con su más radical y opresivo calor, con máximas rondando y casi superando la cuarentena.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El cuento de las comadrejas", de Juan José Campanella, y con Graciela Borges, Óscar Martínez, Luis Brandoni, Marcos Mundstock, Clara Lago, y Nicolás Francella. Octavo largo de este director argentino, de quien había visto cuatro de sus siete anteriores, a saber, "El secreto de sus ojos" (2009), "Luna de Avellaneda" (2004), "El hijo de la novia" (2001), y "El mismo amor, la misma lluvia" (1999). Es la recreación de un film argentino de 1976 titulado "Los muchachos de antes no usaban arsénico", de José A. Martínez Suárez.

Una vieja gloria del cine vive cual trasnochada diva, rememorando sus pasados éxitos como actriz, en su viejo caserón aislado, junto a su marido inválido, actor segundón, y los dos mejores amigos de ambos, director y guionista de la mayoría de sus películas de antaño. Mantienen una peculiar relación, que esconde turbios secretos del pasado, espetándose, a la mínima oportunidad, aceradas mordacidades entre ellos, y a quien se cruce en su camino. Un día llega por allí, parece que perdida, una joven pareja, que cuando se aperciben de la gran estrella del pasado que allí habita manifiestan su gran admiración por ella, y que al poco le plantean, con adulaciones y engaños, comprarle su propiedad.

Una estupenda película (nota: 8) esta comedia negra, con mucho humor negro, cínica, muy metacinematográfica y que juguetea con ciertos clichés cinematográficos, socarrona, de ácido y retorcido humor, ingeniosísimos y afilados diálogos, sarcásticos, poliédricos, con múltiples sentidos, que casi destilan veneno, de vueltas y revueltas argumentales, que nos habla de la vejez y su arrumbamiento social, de lo fácil (o no) que es engañarlos (a unos sí y a otros no, como a cualquier hijo de vecino), del enfrentamiento generacional entre la engreída juventud y la experimentada vejez, de la amistad y el amor con cierta sorna, y deja caer una crítica contra la especulación inmobiliaria y el capitalismo salvaje que arrasa con todo sin miramientos.

Ahora unas citas de sabiduría ajena de entre las que he husmeado y cazado por ahí cual avispada comadreja:

 - "Los cazadores atrapan las liebres con perros; muchos hombres atrapan a los ignorantes con la adulación".  (Plutarco).

 - "Quien se complace en ser adulado es digno de ser engañado por el adulador".  (William Shakespeare).

Besos y abrazos,

Don.
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