Ni
trasnochan, que viven en su propia dimensión temporal ajena a los constreñidos
límites que les pretendamos poner, sin tampoco parecer alelados, pues empiezan
a surgir de lo más hondo de mi ser muchas horas antes del alba, e incluso a
veces del anterior ocaso, si es que fui temprano al cine. El verano, sigue sin
agostarse, que agosto aún queda lejos, aunque hoy parece algo más alicaído que
en los torridísimos pasados días, con máximas que superaron sin miedo la
cuarentena, y para hoy nos regalará una máxima prevista de 36ºC, más normalita.
Este
fin de semana estuve en el cine viendo "Los muertos no mueren"
("The dead don't die"), de Jim Jarmusch, y con Bill Murray, Adam
Driver, Tilda Swinton, Chloë Sevigny, Steve Buscemi, Danny Glover, Caleb Landry
Jones, Rosie Pérez, Iggy Pop, Selena Gomez, y Tom Waits. De este prestigioso
director había visto bastantes de sus películas, en concreto, "Paterson" (2016), "Solo los amantes sobreviven" ("Only lovers left
alive", 2013), "Los límites del control" ("The limits of
control", 2009), "Flores rotas" ("Broken flowers", 2005),
"Ghost Dog, el camino del samurái" ("Ghost Dog: The
way of the samurai", 1999), "Noche en la Tierra" ("Night on Earth",
1991), y "Mystery train" (1989).
En
un pequeño pueblo de la Norteamérica profunda empiezan a ocurrir extraños
fenómenos, tales como que empieza a ser de día cuando debería ser de noche y
viceversa, todo parece que debido a un cambio en el giro de rotación terráqueo
a causa de prospecciones de fracking que se están haciendo en ambos polos. La
policía del lugar investiga unos misteriosos y horripilantes asesinatos que han
sucedido por la noche y que van in
crescendo en días sucesivos. Enseguida advertirán la súbita invasión de
muertos vivientes que no cesan de salir de sus tumbas, hambrientos, para
devorar a todo bicho viviente con el que se cruzan.
Una
buena película (nota: 6) esta comedia con zombis, punteada de
referencias metacinematográficas, con el peculiar sentido del humor de su
autor, un puntito extravagante y excéntrico, que hace corrosiva parodia de los
tópicos del género de zombis y de algunas otras cosas más. No es de sus
mejores, pero tiene lo suyo, como algunos toques de sabiduría vital. Como toda
de zombis que se precie, es toda una metáfora de la lela condición humana,
adocenados como estamos por las pequeñas tonterías que nos rodean, tales como
móviles, moda, y demás zarandajas, ciegos ante lo esencial de la vida.
Ahora,
antes de terminar con este matutino, no sé si decapitándolo, que volverá a
surgir el siguiente amanecer de sus cenizas, cual Ave Fénix, o Hidra de siete
cabezas, ahí os dejo una cita de sabiduría ajena del director a cuento de lo
hoy contado:
- "Estoy harto de los putos zombis. He
dedicado dos años de trabajo a esta película, así que estoy cansado. Pero sigo
viéndolos vaya donde vaya. Ahí están. Estoy harto de caminar por Nueva York y
tener que ir apartando a los zombis de los móviles. Ni siquiera se dan cuenta
de que hay gente a su alrededor, están zombificados (...) También estoy harto
de los zombis de la política". (Jim
Jarmusch).
Besos
y abrazos,
Don.
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