Otra
mañana más que me pongo a los matutinos por montera y, parafraseándome a mí
mismo en lo que digo en el epígrafe " ¿Qué son los matutinos?"
de este blog, utilizo cual lente con filtro, del color que más me plazca, según
el caso, para observar de otro modo el mundo que me rodea, tratando de darle un
prisma más positivo, no sé si rosa. Como casi que rosácea se nos despierta la
heladora madrugada, con sus -3ºC, que devendrá en intenso celeste punteado de
algunas nubes de blanco sucio, con radiante sol amarillo que alzará el
termómetro hasta los 12ºC previstos por los madriles.
Este
fin de semana estuve en el teatro viendo la obra "Intensamente
azules", escrita y dirigida por Juan Mayorga, y con César
Sarachu. De este autor y, más recientemente, director teatral, había visto otra
función suya, "El cartógrafo" (2009); una magistral película francesa
inspirada en su obra "El chico de la última fila" (2006), "En la casa" ("Dans la maison", 2012) de
François Ozon; y también la versión que hizo de la inconclusa obra de teatro de
Georg Brüchner "Woyzeck" (1837).
Al
despertarse, un tipo se encuentra sus gafas en el suelo y los cristales rotos
en múltiples pedazos. Tras unos momentos de susto y desconcierto, pues no ve
tres en un burro sin ellas, recuerda que el verano anterior sus hijos le
regalaron por su cumpleaños unas gafas de natación graduadas de color
intensamente azul, y que arrumbó al fondo de un cajón perdido. Esa misma mañana
se las pone para ir al súper a por pan y leche y para su sorpresa se da cuenta
de que todos, propios y extraños, le miran y tratan diferente y le prestan más
atención. Es más, él mismo empieza a ver las cosas de otro modo, a entender
aquellas que no comprendía, lo que le da pie a releer la obra cumbre del
filósofo Arthur Schopenhauer, "El mundo como voluntad y representación",
¡y la entiende!, así que cual Quijote de seso sorbido por los libros de
caballerías, se lanza a tratar de comprender, con otra perspectiva, el mundo
que le rodea, a través del filtro de ese libro y del intenso color azul, muy
pesimista, de sus nuevas gafas.
Una
buena obra (nota: 6), con sus más y sus menos, que no me dijo tanto
como las otras dos que había visto de este autor, una adaptación en el cine y
otra en los escenarios teatrales. A pesar de esto, me sigue pareciendo este
dramaturgo un tipo brillantísimo y de refulgente coco. A partir de un
anecdótico hecho real que vivió el autor, este elabora una fantasía absurda,
casi que pirandelliana, especie de número imaginario con leve componente real,
muy compleja, sobre nuestras razones y sinrazones, que mucho dice de lo que
somos en verdad, como toda buena obra de arte que se precie. Con un único actor
sobre el ultraminimalista escenario se nos destila sobre el atrevernos a mirar
el mundo que nos rodea como nunca antes, con la mente abierta, sobre como percibimos
a los demás, y viceversa, y reflexivamente a nosotros mismos.
Pues
eso, para ayudarnos aún más a abrir nuestras mentes y a ver las cosas de otro
modo, distinto al usual en nosotros, nada como un poquito de sabiduría ajena:
- "El mundo, para nosotros, es
representación, como decía Schopenhauer; no es una realidad absoluta, sino un
reflejo de ideas esenciales". (Pío
Baroja).
- "No lo que las cosas son realmente,
sino lo que son para nosotros según nuestra interpretación es lo que nos hace
felices o infelices". (Arthur
Schopenhauer).
- "Uno debe acostumbrarse a oír todo sin
inmutarse, incluso las historias más descabelladas, ponderando la
insignificancia de quien habla y sus opiniones, y absteniéndose de cualquier
discusión. Ello permitirá luego recordar la escena con satisfacción". (Arthur Schopenhauer).
- "Y es que en el mundo traidor
nada
es verdad ni mentira:
todo
es según el color
del
cristal con que se mira". (Ramón de
Campoamor).
Besos
y abrazos,
Don.
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