lunes, 4 de febrero de 2019

Multicolor prisma matutino

¡Buenos días!

Otra mañana más que me pongo a los matutinos por montera y, parafraseándome a mí mismo en lo que digo en el epígrafe " ¿Qué son los matutinos?" de este blog, utilizo cual lente con filtro, del color que más me plazca, según el caso, para observar de otro modo el mundo que me rodea, tratando de darle un prisma más positivo, no sé si rosa. Como casi que rosácea se nos despierta la heladora madrugada, con sus -3ºC, que devendrá en intenso celeste punteado de algunas nubes de blanco sucio, con radiante sol amarillo que alzará el termómetro hasta los 12ºC previstos por los madriles.

Este fin de semana estuve en el teatro viendo la obra "Intensamente azules", escrita y dirigida por Juan Mayorga, y con César Sarachu. De este autor y, más recientemente, director teatral, había visto otra función suya, "El cartógrafo" (2009); una magistral película francesa inspirada en su obra "El chico de la última fila" (2006), "En la casa" ("Dans la maison", 2012) de François Ozon; y también la versión que hizo de la inconclusa obra de teatro de Georg Brüchner "Woyzeck" (1837).

Al despertarse, un tipo se encuentra sus gafas en el suelo y los cristales rotos en múltiples pedazos. Tras unos momentos de susto y desconcierto, pues no ve tres en un burro sin ellas, recuerda que el verano anterior sus hijos le regalaron por su cumpleaños unas gafas de natación graduadas de color intensamente azul, y que arrumbó al fondo de un cajón perdido. Esa misma mañana se las pone para ir al súper a por pan y leche y para su sorpresa se da cuenta de que todos, propios y extraños, le miran y tratan diferente y le prestan más atención. Es más, él mismo empieza a ver las cosas de otro modo, a entender aquellas que no comprendía, lo que le da pie a releer la obra cumbre del filósofo Arthur Schopenhauer, "El mundo como voluntad y representación", ¡y la entiende!, así que cual Quijote de seso sorbido por los libros de caballerías, se lanza a tratar de comprender, con otra perspectiva, el mundo que le rodea, a través del filtro de ese libro y del intenso color azul, muy pesimista, de sus nuevas gafas.

Una buena obra (nota: 6), con sus más y sus menos, que no me dijo tanto como las otras dos que había visto de este autor, una adaptación en el cine y otra en los escenarios teatrales. A pesar de esto, me sigue pareciendo este dramaturgo un tipo brillantísimo y de refulgente coco. A partir de un anecdótico hecho real que vivió el autor, este elabora una fantasía absurda, casi que pirandelliana, especie de número imaginario con leve componente real, muy compleja, sobre nuestras razones y sinrazones, que mucho dice de lo que somos en verdad, como toda buena obra de arte que se precie. Con un único actor sobre el ultraminimalista escenario se nos destila sobre el atrevernos a mirar el mundo que nos rodea como nunca antes, con la mente abierta, sobre como percibimos a los demás, y viceversa, y reflexivamente a nosotros mismos.

Pues eso, para ayudarnos aún más a abrir nuestras mentes y a ver las cosas de otro modo, distinto al usual en nosotros, nada como un poquito de sabiduría ajena:

 - "El mundo, para nosotros, es representación, como decía Schopenhauer; no es una realidad absoluta, sino un reflejo de ideas esenciales".  (Pío Baroja).

 - "No lo que las cosas son realmente, sino lo que son para nosotros según nuestra interpretación es lo que nos hace felices o infelices".  (Arthur Schopenhauer).

 - "Uno debe acostumbrarse a oír todo sin inmutarse, incluso las historias más descabelladas, ponderando la insignificancia de quien habla y sus opiniones, y absteniéndose de cualquier discusión. Ello permitirá luego recordar la escena con satisfacción".  (Arthur Schopenhauer).

 - "Y es que en el mundo traidor
nada es verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira".  (Ramón de Campoamor).

Besos y abrazos,

Don.
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