En
cuanto asoma el sol por el horizonte no pierdo un segundo y salgo disparado, o
disparatado, directo a sentar mis reales por estos lares que, si bien no son
míos por derecho, a lo mejor tácito sí, lo son por vaya usted a saber el porqué...
porque así lo siento. Y la primavera climática sigue reclamando su derecho a
asentarse en estos días de invierno de calendario, pues la máxima prevista para
hoy será de 19ºC, con sol y alguna nube, nada de viento, ni heladas de
madrugada.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "María, reina de Escocia"
("Mary Queen of Scots"), de Josie Rourke, basado en el libro de John
Guy "Queen of Scots: The true life of Mary Stuart", y con Saoirse
Ronan y Margot Robbie. Es el debut en el largo de esta directora.
María
Estuardo fue reina de Francia a los 16 años, enviudó a los 18, y rehusó volver
a casarse allí para regresar a su Escocia natal y ocupar el trono que le
correspondía, convirtiéndose en María I de Escocia, reclamando además su
derecho al trono de Inglaterra, donde Isabel I, prima suya, ya estaba asentada.
A pesar de la hermandad de estas dos corajudas reinas en un mundo dominado por
hombres, la rivalidad entre ambas está servida, en una lucha de poder con la
excusa de la religión.
Una
buena película (nota: 6), sin alharacas, de buenas actuaciones y
estupenda factura técnica, pero cuya historia no me cautivó en exceso, ni me
hizo perder la cabeza. Drama histórico, que se toma ciertas licencias
argumentales, como el encuentro vis a vis entre ambas, que no existió, sobre
intrigas palaciegas, alianzas matrimoniales, derechos sucesorios, guerras de
religión (mera excusa para dominar a otros). También historia de dos mujeres
fuertes obligadas a grandes sacrificios por mantenerse en el poder, por el que
pagaron un gran precio, una especialmente, con su bonita cabeza cual mártir,
solas en un mundo dominado por hombres que no cesaban de conspirar contra ellas
para derrocarlas, vilipendiándolas cada dos por tres.
Ya
sin más rodeos ni dilaciones, la sabiduría ajena reclama su lugar en estos
matutinos. Con su venia, se lo concedo:
- "Aunque me quede solo, no cambiaría mis
libres pensamientos por un trono".
(Lord Byron).
- "¿Puede haber algo más ridículo que la
pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado
del agua y su príncipe tiene una querella con el mío aunque yo no la tenga con
él?". (Blaise Pascal).
Besos
y abrazos,
Don.
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