martes, 26 de febrero de 2019

Matutino resfriado de verano que viene y se va

¡Buenos días!

¡Achís! Mudo como la hache aspirada que acabo de estornudar y perder entre gotas de rocío me quedo ante estos días de soleadísima primavera exultante, casi veraniega si exagero un poco, que tenemos en estas últimas jornadas de invierno de calendario, ya demasiadas, que por los madriles superan levemente los 20ºC al mediodía, y con noches y madrugadas frescas aunque sin helar que pueden provocar más de un resfriado debido a la gran variabilidad térmica entre día y noche. Tan extrañamente primaverales, tan fuera de lugar, que casi parecen un delirio estupefaciente, dejando a cualquiera estupefacto. Ya volverán las lluvias un día de estos si es que su ruta de descarga no es bloqueada por el potente anticiclón.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Pájaros de verano", de Cristina Gallego y Ciro Guerra, y con Carmina Martínez, José Acosta, Natalia Reyes, Jhon Narváez, Greider Meza, José Vicente Cote, Juan Bautista Martínez. Del codirector había visto el anterior de sus otros films, "El abrazo de la serpiente" (2015), siendo el debut de la codirectora, anterior productora de los films del otro.

A finales de los años 60 en una comunidad indígena al norte de Colombia un joven sin muchos posibles pretende a una bella moza casadera de buena familia. Desesperado por conseguir la abultada dote que necesita para desposarla, por casualidad se topa con unos turistas gringos que buscan una buena cantidad de marihuana para llevar a su país, la consigue de un tío suyo granjero y se la vende a los norteamericanos con tan gran beneficio que puede pagar la dote. Esto es el inicio de una comercialización a gran escala que irá a más, debido al nacimiento de la cultura hippie allí, amenazando con socavar el modo de vida ancestral de su tribu, debido a la ambición debocada que acaba por provocar la discordia entre ellos, abocándoles a una espiral de violencia.

Una buena película (nota: 6) que vi con interés, especie de tragedia clásica que comienza casi como un documental etnográfico sobre las tradiciones de ese pueblo indígena, pero que poco a poco deviene en una de gánsteres mafiosos, pues a partir de un hecho real, nos narra los inicios del narcotráfico en Colombia, todo imbuido de toques de realismo mágico, más bien onírico, tan propio de la mitología indígena de aquellos lares. Narra en lengua indígena (con retazos de español e inglés) el auge y caída, entre finales de los 60 y los primeros 80, de ese primerizo narcotráfico, que devino enseguida en el famoso de los cárteles de la coca. Como sucedía en la anterior película del director se nos habla de barbarie colonizadora que pervierte todo lo que toca, sea capitalismo farmacéutico que busca drogas para curar enfermedades o capitalismo narcotraficante que busca anestesiar espíritus pusilánimes, devastando ancestrales culturas con su mero roce.

Manda la tradición que ahora vienen unas citas de sabiduría ajena, de algunos de nuestros ancestros que en esto del bien saber descollaron:

 - "Cuando el verano es invierno, y el invierno verano, nunca buen año".  (Refrán).

 - "A ave de paso, cañazo".  (Refrán).

 - "Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz si no viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad".  (Juan Pablo II).

 - "Podemos observar en la república de los perros que todo el Estado disfruta de la paz más absoluta después de una comida abundante, y que surgen entre ellos contiendas civiles tan pronto como un hueso grande viene a caer en poder de algún perro principal, el cual lo reparte con unos pocos, estableciendo una oligarquía, o lo conserva para sí, estableciendo una tiranía".  (Jonathan Swift).

Besos y abrazos,

Don.
_____

No hay comentarios: