Ni
esto es un pequeño crustáceo de dudoso sexo, ni he metido un poco la patita, ni
he sacrificado a ninguno de mis matutinos en tablero alguno a cambio de cualquier
ventaja... si acaso, es que siento que me tratan a cuerpo de rey cada vez que
siento mis reales por estos lares, no cambiando por nada de este mundo este
efímero gusto de cada mañana de codearme con los matutinos. Y el tiempo parece
seguir trastocado, permutándose el invierno de calendario, en que nos
encontramos, por la primavera real de la que disfrutamos ya mismo, con estos
deliciosos días plenos de sol y suavidad térmica, con 16ºC de máxima prevista
para hoy... y subiendo para próximos días.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Cambio de reinas"
("L'échange des princesses"), de Marc Dugain, basada en la novela
homónima de Chantal Thomas, y con Lambert Wilson, Anamaria Vartolomei, Olivier
Gourmet, Catherine Mouchet, y Kacey Mottet Klein. Es el segundo largo, y
primero que veo, de este director francés, también novelista.
En
los primeros años del siglo XVIII, tras varios años de guerra entre Francia y
España, que ha dejado a ambos países sumamente debilitados, así como también
por el rosario de muertes por enfermedad de numerosos herederos a ambos tronos,
el regente de Francia decide, para sellar la paz, casar a su hija recién
adolescente, muy contestataria, con el heredero al trono español (que será el
efímero Luis I), y a la hermana de este, una niña de 4 años, con el próximo rey
de Francia (que será Luis XV), tres apenas adolescentes y una niña. Los cuatro
infantiles reyes y reinas serán más bien peones en la cortesana partida de
manipulaciones, insidias y traiciones varias, juego en el que lo que se espera
de ellas es ser poco más que vientres paridores de futuros herederos que
perpetúen las dinastías... taradas, propensas a locuras y enfermedades varias,
cosas de la consanguinidad.
Película
que poco me dijo, me dejó frío (nota: 5), de buenas maneras
formales, hermosa fotografía, por momentos casi que pictórica. Historia basada
en la Historia sobre reyes infantiles, enfermizos, todos primos, en ambos
sentidos, obligados a comportarse como adultos (solo en las formas),
manipulados por adultos aristócratas tan infantiloides como ellos mismos, en la
mayoría de los casos. Nos habla de aberrantes regímenes, y conductas, no
precisamente sexuales, que también (forzados matrimonios rayanos en el incesto,
reiterado por generaciones), de vida y muerte, sean las de nuestras
existencias, o las de la institución monárquica que, al menos en Francia, entró
en el siglo de su decadencia y desaparición casi definitiva, pues a finales de
este sería la Revolución Francesa, que acabaría por decapitarla casi definitivamente,
salvo efímeros rebrotes posteriores, cual espasmos de pollo descabezado, puros
cantos del cisne.
Ahora
os intercambio un poco de vuestra atención por este par de citas de sabiduría
ajena:
- "Adular para reinar es la práctica de
los cortesanos de todos los absolutismos y de los bufones de todos los
tiranos". (Henri Frédéric Amiel).
- "Los días de mayor regocijo de las
multitudes que registra la historia son los que han seguido a los cambios de
los príncipes y de los regímenes, sin que jamás el alborozo se turbe por el
recuerdo de las infinitas decepciones que en la historia humana han seguido a
dichos cambios". (Gregorio
Marañón).
Besos
y abrazos,
Don.
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