martes, 12 de febrero de 2019

Matutino blanquito

¡Buenos días!

No sé yo, que a poco que me dé el sol tiendo a ponerme morocho. Y sol sí que hace hoy, en este suave día de invierno con 13ºC de máxima prevista por los madriles, así que como ni nieva ni nada, pasaré mejor desapercibido si salgo a dar un garbeo al aire libre y a la luz del día.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "White boy Rick", de Yann Demange, y con Richie Merritt y Matthew McConaughey. Es el segundo largo de este director francés criado y afincado en Londres, tras la sobresaliente "'71" (2014).

Detroit años 80. La ciudad está en absoluto declive y el crack, la droga, está en pleno apogeo entre los más miserables parias de esa sociedad. En un deprimido barrio suburbial vive una de las pocas familias blancas que todavía quedan entre una mayoría negra. Familias de clase baja, pobres y desestructuradas, sin futuro, que malviven y se ganan la vida como buenamente pueden. Rick es un adolescente de 14 años que vive con su hermana mayor (drogadicta) y su padre, al que ayuda en el negocio de trapicheo con armas más o menos ilegales. Tienen entre sus clientes a algunos de los narcotraficantes del barrio. Debido a las amistades del chaval, que lo apodan como el título de la película, el FBI lo convence para que actúe como infiltrado en las bandas de narcotraficantes y así poder desarticularlas, para lo que le proveen de droga para vender y que así no parezca sospechoso. Acabada la misión, la policía se marcha sin dar ni las gracias. Como la pobreza cada vez les acucia más, convence a su padre, con muchas reticencias por su parte, para pasarse al negocio de la droga, que rinde mejores beneficios, según pudo comprobar mientras colaboraba con la policía, conociendo los entresijos de ese mundillo.

Una buena película (nota: 6) este thriller basado en un increíble hecho real, el de un adolescente confidente de la policía (esto acabó por empujarle a la delincuencia) que posteriormente fue traicionado y desechado, siendo condenado a cadena perpetua, a pesar de las promesas de levedad en la pena por haber colaborado varias veces con la policía, debido a injusticias varias, corrupciones políticas, sistémicas de todo un país que se vanagloria de... ¿de qué?... que cuanto más cacarea más mierda tiene que barrer... y no solo en los bajos fondos, sino más bien en las altas esferas.

Maneras formales propias de este director, similares a las de su anterior film, según mi parecer, y que parecen ir configurando su personal estilo; sobre las que esta vez nos narra la historia de una relación paterno-filial y del intento de que no se quiebre del todo el frágil pegamento de una familia ya bastante rota; del turbio sueño americano sin la más leve expectativa para la inmensa mayoría; de estropear una joven vida, más de lo que por sí hubiera sido dado el nefasto caldo de cultivo en el que fue criada; de una miseria provocada por el propio sistema que la cobija; de la casi inutilidad de los intentos de salir de corrupto círculo vicioso de pobreza y falta de oportunidades, toda una injusticia, social y se mire por donde se mire.

Ahora unas citas de sabiduría ajena que tal vez ayude a no ver todo blanco o negro:

 - "Negro es el carbonero, pero blanco su dinero".  (Refrán).

 - "En una bandada de blancas palomas, un cuervo negro añade más belleza incluso que el candor de un cisne".  (Giovanni Boccaccio).

Besos y abrazos,

Don.
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