miércoles, 30 de enero de 2019

Matutino edificante

¡Buenos días!

Ladrillo a ladrillo, palabra a palabra, cuerpo a cuerpo, voy construyendo este matutino, como cualquiera de los otros que han sido y serán, con la idea de que me vayan ayudando a ser mejor persona, cual perfecta herramienta multiusos que me saca de cualquier apuro ante cualquier situación. Esta tarde quizá tenga que sacar a relucir mi paraguas (o parasol, según el caso), dadas las previstas lluvias que se alargarán por varios días, siempre tan constructivas, que harán crecer por doquier la vida. De momento, mientras las nubes van urbanizando cada vez más el solar celeste y ocultando la solar luz, a disfrutar también de la mañana.

Antes de ayer por la tarde estuve en el cine viendo "La casa de Jack" ("The house that Jack built"), de Lars von Trier, y con Matt Dillon. De la filmografía de este extraordinario cineasta, genial con independencia de cuanto me gusten sus obras, he visto casi todas sus cintas, a saber, "Nymphomaniac. Volumen 2" ("Nymphomaniac. Volume II", 2013), "Nymphomaniac. Volumen 1" ("Nymphomaniac. Volume I", 2013), "Melancolía" ("Melancholia", 2011), "Anticristo" ("Antichrist", 2009), "El jefe de todo esto" ("Direktøren for det hele", 2006), "Manderlay" (2005), la magistral "Dogville" (2003), "Bailar en la oscuridad" ("Dancer in the dark", 2000), y "Rompiendo las olas" ("Breaking the waves", 1996).

Años 70 en los Estados Unidos. Jack es un ingeniero con ínfulas de arquitecto que quiere construir su propia casa. Es un asesino en serie, obsesivo compulsivo, especialmente con el orden y la limpieza, que durante los últimos doce años ha ido dejando un reguero de cadáveres, casi siempre mujeres, que va almacenando en su congelador industrial. Para él el asesinato, cada asesinato que comete, es una auténtica obra de arte. Aunque la policía parece estar cada vez más cerca de sus pasos, sigue actuando con total impunidad y cada vez se arriesga más, convencido de su superioridad intelectual.

Película que no me convenció (nota: 4), extremadamente original desde luego, excesivamente larga, que a ratos me repelía, a veces me dejaba indiferente, y por momentos me fascinaba, y con algunas muy interesantes reflexiones... otras un absoluto desparrame. Historia muy poco edificante, retorcida, provocadora, apta para estómagos recios, muy recios, pues se recrea con fruición en lo peor del ser humano, sin tapujos, sobre un tipo, quizá álter ego del autor para exorcizar sus demonios, tal vez herramienta con la que ajustar ciertas cuentas pendientes con la sociedad bien pensante de lo políticamente correcto.

Con malévola ironía y negrísimo humor, que fue desinflándose progresivamente en aras del desenfreno, por otra parte marca de la casa, aunque esta vez pienso que se le fue la pinza en exceso, como en "Anticristo", Trier se autorretrata, cual oscuro negativo de una colorida foto, sin esconder lo inmensamente pagado de sí mismo que siempre parece estar. Eso sí, se autocondena al final, no sé si con regodeo, al infierno más profundo... por pecados mucho más veniales (de pensamiento) que los de otros (de obra) carentes del más absoluto remordimiento.

Ahora, comenzando por una del propio Trier, que se menta en el film hoy glosado, ahí os dejo unas citas de sabiduría ajena para que podamos construir con mejor perspectiva, orondamente socarrona, la idea que tenemos de nosotros mismos:

 - "Algunos afirman que las atrocidades que cometemos en la ficción son deseos ocultos que no llevamos a cabo en nuestra civilización controlada. Por eso los expresamos mediante nuestro arte. No estoy de acuerdo, creo que el cielo y el infierno son lo mismo. El alma pertenece al cielo, el cuerpo, al infierno".  (Lars von Trier).

 - "La televisión ha vuelto a traer el asesinato a las casas, es decir, donde pertenece".  (Alfred Hitchcock).

 - "Ver un asesinato por televisión puede ayudarnos a descargar los propios sentimientos de odio. Si no se tienen sentimientos de odio, podrán obtenerse en el intervalo publicitario".  (Alfred Hitchcock).

Besos y abrazos,

Don.
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