Más
que con la decadencia solar vespertina y su rosáceo fulgor, me quedo con, y me
quito el sombrero ante, el que surge al alzarse en auge matutino el astro rey,
que siendo lo mismo en cuanto a colorido se refiere en lo demás no lo es para
nada. Hermosos ambos momentos, sin duda, pero dejo a los poetas el ensalzar los
decadentes atardeceres, que los esplendorosos amaneceres son cosa de estos algo
más prosaicos matutinos. Fría mañana de invierno se nos ha despertado, rayana
en la helada, con sol entre nubes, placidez ventosa, y 8ºC de máxima prevista
para hoy por los madriles.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Atardecer"
("Napszállta"), de László Nemes, y con Juli Jakab y Vlad Ivanov. Es
el segundo largo de este director húngaro tras "El hijo de Saúl" ("Saul fia", 2015).
Año
1913. Llega a Budapest una joven veinteañera, huérfana desde los 12 años, para
solicitar trabajo en la más prestigiosa sombrerería de la ciudad, que antaño
fue propiedad de sus padres biológicos, fallecidos en extrañas circunstancias.
El actual propietario de la tienda rechaza su oferta y le recomienda que vuelva
por donde ha venido. Como nada sabe de lo que pasó, y además se entera de la
existencia de un hermano menor desconocido, huido de la justicia, con decidida
tozudez se empeña en averiguar los hechos y encontrar a su hermano, haciendo
caso omiso de las recomendaciones de abandonar la búsqueda que todo el mundo
con el que se cruza le hace, sumergiéndose en un oscuro y turbio mundo,
convulso y caótico, preludio de la inminente I Guerra Mundial.
Película
que apenas nada me dijo, poco entendí y casi que me aburrió (nota:
3), salvo algunos destellos, esta especie de cuento alegórico con
alma de extraño thriller de misterio, de muy buenas maneras formales pero cuya
narración se me hizo bastante incomprensible, y me saturó por su somero fondo
(en el que no daba pie) en relación a sus excesivas formas, por sobredosis de
metáforas y de duración de metraje. Menos es más, que suele decirse. A través
de la cámara pegada al cogote de la desorientada y a veces aturdida, aunque
decidida protagonista, asistimos al colapso de un mundo pasado, que bien (o
mal) mirado se empieza a parecer más de lo que parece al nuestro de hoy en día,
a poco que sigan enervándose los ánimos.
Pues
casi en el ocaso de este matutino, llegamos a la sección de sabiduría ajena,
ante la que suelo quitarme el sombrero:
- "Todo el placer de los días está en sus
amaneceres". (François de
Malherbe),
- "Las sospechas son entre los
pensamientos lo que los murciélagos entre los pájaros: solo vuelan hacia el
crepúsculo". (Francis Bacon).
- "Cortesía de sombrero, hace amistades y
no cuesta dinero". (Refrán).
- "El ocaso de una gran esperanza es como
el ocaso del sol: con ella se extingue el esplendor de nuestra vida". (Henry Wadsworth Longfellow).
- "En cada amanecer hay un vivo poema de
esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá". (Noel Clarasó).
Besos
y abrazos,
Don.
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