martes, 24 de abril de 2018

Matutino de canario aislamiento

¡Buenos días!

En esta paradisiaca isla matutina, siempre de clima tan dulce como el que hoy hace fuera, por los madriles, sereno, soleado y con 26ºC de máxima prevista, o casi siempre por las islas afortunadas, que según la etimología de su nombre debieran estar repletas de canes más que de emplumados canoros enjaulados, intento siempre hacer de mi capa un sayo, sin ladrar en demasía, ni por supuesto morder, aullando de gusto en el trance.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Isla de perros" ("Isle of dogs"), de Wes Anderson. Se trató de una de animación usando la técnica del stop-motion. Noveno largo de este director, de quien había visto la mitad de sus anteriores: "El Gran Hotel Budapest" ("The Grand Budapest Hotel", 2014), "Moonrise kingdom" (2012), "Viaje a Darjeeling" ("The Darjeeling Limited", 2007), y "Life aquatic" ("The life aquatic with Steve Zissou", 2004), siempre con su muy estrambótica mirada que retrata la realidad como excéntricos universos de cuento.

En una megalópolis japonesa, en un futuro cercano, el corrupto y autoritario gobierno local ha generado artificialmente una histeria colectiva contra los perros. Para resolver esta crisis perruna, y aunque sabe de un antídoto creado por un científico, ha decidido expulsar a todos los perros de la ciudad, infectados por la gripe canina y otros virus, a una isla próxima en la que se almacenan las ingentes cantidades de desechos que se producen en esa sociedad. Un chaval de 12 años, sobrino del dictador, viaja hasta allí, esquivando los controles gubernamentales, para tratar de recuperar a su perro guardián, que le cuidó diligentemente mientras estuvo enfermo. Contará con la inestimable ayuda de una panda de canes desterrados que por allí malviven y merodean.

Otra película de Wes Anderson, siempre con su peculiar estilo a cuestas, que me desconcertó (nota: 5) y dejó frío, como la mayoría de las otras suyas que he visto, a pesar de la apabullante calidad de la animación (en este caso) y de la imaginativa originalidad de la historia (siempre), marca de la casa del director, con su humor absurdo e hierático. Además de la evidente historia de aventuras que vive el chaval, es toda una parábola que rezuma fascinación por Japón y su cultura, y que toca multitud de temas de candente actualidad: corrupción política, manipulación informativa, marginación de las minorías, intolerancia al diferente, crisis de refugiados, maltrato animal, degradación del medio ambiente, tejemanejes de las farmacéuticas... que podrían combatirse con algo de insumisión ante las injusticias, solidaridad, democracia (de la verdadera, no de la fingida de querencias absolutistas), etc.

Bueno, y ahora, antes de daros los lametones finales con los que me despido, unas citas de sabiduría ajena que espero nos ayuden a no acabar como el perro y el gato:

 - "Mucho te quiero, perrito; pero pan, poquito".  (Refrán).

 - "Cuanto más conozco a los hombres, más admiro a los perros".  (Madame de Sévigné).

 - "Podemos observar en la república de los perros que todo el Estado disfruta de la paz más absoluta después de una comida abundante, y que surgen entre ellos contiendas civiles tan pronto como un hueso grande viene a caer en poder de algún perro principal, el cual lo reparte con unos pocos, estableciendo una oligarquía, o lo conserva para sí, estableciendo una tiranía".  (Jonathan Swift).

 - "La socialización sólo se presenta cuando la coexistencia aislada de los individuos adopta formas determinantes de cooperación y colaboración que caen bajo el concepto general de la acción recíproca".  (Georg Simmel).

 - "El infortunio, el aislamiento, el abandono y la pobreza son campos de batalla que tienen sus héroes".  (Víctor Hugo).

Besos y abrazos,

Don.
_____

No hay comentarios: