jueves, 26 de abril de 2018

Caóticos movimientos de los ardorosos matutinos

¡Buenos días!

Me atrae la idea de volver a escribir otro de estos matutinos al calor de mis efervescentes neuronas, siempre inquietas, bullendo a su libre albedrío, sin orden aparente. Los ardores térmicos y primaverales de ayer, cuando casi coqueteamos con la treintena, parece que se enfriaron algo hoy, con solo 25ºC de máxima prevista, revertiéndose la acalorada entropía hacia el verano en que nos estábamos precipitando antes de tiempo. Y esta tendencia a bajar la temperatura, contra natura de la que predice la termodinámica, va a continuar en días sucesivos, pero ya rebotará, cual sinuosa onda, que se nos hará partícula si es que llegara a detenerse en su ondulante devenir.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Las leyes de la termodinámica", de Mateo Gil, y con Vito Sanz, Berta Vázquez, Chino Darín, Vicky Luengo, Irene Escolar, Josep Maria Pou, Andrea Ros, y Juan Betancourt. Es el cuarto largo como director, y tercero que veo, tras "Proyecto Lázaro" ("Project Lazarus", 2016), y "Blackthorn (Sin destino)" (2011), de este también guionista, muy bueno en sus dos facetas, de quien sí he visto todos los que ha escrito sin además ser el director, la mayoría dirigidos por Alejandro Amenábar. Solo me falta por ver su primer film como director, "Nadie conoce a nadie" (1999).

Un doctorando en física, y profesor auxiliar de universidad, algo obsesivo-compulsivo, nos narra su proceso de enamoramiento de una despampanante modelo y aspirante a actriz que hace que rompa la relación que mantenía con su novia. E inexplicablemente parece que el enamoramiento es mutuo, pero todo se acaba. Trata de dar un sentido a lo que le ocurrió, o le está ocurriendo, encontrando un curioso paralelismo entre las leyes físicas clásicas (gravedad, termodinámica, etc.), la teoría de la relatividad y la física cuántica, y el errático proceder humano ante el amor, argumentando que el comportamiento de ningún cuerpo físico (átomos, astros, humanos, o cualquier otro fractal) puede escapar de tales leyes.

Una muy buena película (nota: 7), muy original y divertida, más cuantas más nociones de física se tengan, esta comedia romántica con formato de documental serio y prestigioso sobre ciencia. Las disertaciones de científicos sobre física, que van explicando el extraño y caótico comportamiento amoroso de los protagonistas, son reales y ciertas y aportan retranca a los meros, o muy complicados, según se mire, avatares amorosos, cosas de la relatividad.

Muy ingeniosa y ocurrente, muy bien tramadas las partes de documental y comedia romántica, fragmentadas y a capas, pero sin embargo no fue redonda, o perfectamente elíptica en su órbita gravitacional sobre mí, por algunas perturbaciones electromagnéticas que me la desmerecieron un poquito. No importó, pues en esos momentos en los que me desenchufaba, y no sabía si estaba o no, tal vez por principio de incertidumbre, quizá debido a la gatuna paradoja de Schrödinger, ahí siempre estaba Berta, bombón de masiva belleza, para que mi mente no dejara de rotar en torno a la película, además de sobre sí misma, reflexivamente. En cierto modo me recordó a "Pagafantas" (2009) de Borja Cobeaga, aunque en esta el elemento científico es bastante menos acusado.

Ahora, como corolario de lo escrito anteriormente, no sé si con bien estructuradas proposiciones, más o menos deshonestas, según se mire, ahí os dejo una sola cita de sabiduría ajena a modo de resumen, especie de ley de la que no estoy nada seguro que todo lo compendie:

 - "El mejor científico está abierto a la experiencia, y ésta empieza con un romance, es decir, la idea de que todo es posible".  (Ray Bradbury).

Besos y abrazos,

Don.
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