miércoles, 7 de octubre de 2015

Me confirmo en los matutinos

¡Buenos días!

Sí, son mi muy particular verdad mañanera; y otra vez sí, me reafirmo en lo dicho. No tengo la menor duda de ello... o sí, bueno, ya no sé. Desde luego creo que me producen un gran bienestar mientras vivo en ellos, porque aquí no hay dogmáticas verdades, que cada cual, en su libre albedrío postule las suyas, tan ciertas como las de los otros, o no. El otoño ni reniega de sí mismo ni se reafirma, que tras las pasadas lluvias del fin de semana y ayer lunes, sigue a su bola, pero no en bolas, siendo tal cual es, pero todavía sin lucir sus mejores hábitos para mí, a saber, con algo más de frescor y medio nudistas copas arbóreas con tapizado suelo de hojas caídas. De momento, hoy sol y máxima prevista de 19ºC por los madriles, y con la racional esperanza de que su apoteósico advenimiento llegará en unas semanas.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El apóstata", de Federico Veiroj, y con Álvaro Ogalla, Marta Larralde, Bárbara Lennie, Juan Calot, Vicky Peña, Kaiet Rodríguez y Andrés Gertrudix. El actor protagonista de esta historia, basada en una vivencia personal suya, es no profesional y también coguionista junto al director (y otros) de este film, el tercero suyo y primero que veo de él.

Un joven, recién treintañero, acude al obispado con la intención de apostatar del catolicismo. Pero se topa con la absurda maquinaria burocrática eclesial. Mientras dura el kafkiano proceso sigue con su inmadura, desganada e indolente vida estudiantil de impenitente repetidor de la última asignatura que le queda para acabar la universidad, mientras se alivia carnalmente con su prima.

Una extraña película (nota: 4) con su puntito de originalidad y que a ratos sueltos me interesó, pero que en su conjunto no me acabó de llegar, y eso que cuestionar el absurdo de las cosas, de la iglesia en este caso, me suele atraer mucho. Historia de ficción a modo de parábola, sin enseñanza moral o moralina alguna, de soterrado sarcasmo, punteada por los oníricos delirios del extravagante protagonista perdido en el farragoso laberinto de la burocracia eclesial, y en las inconsistencias de su propia vida, que busca también renegar de sí mismo, de su pasado, y tratar de reencontrarse y empezar a crecer.

Se critica la organización eclesial, hecha más para recaudar (almas y bienes materiales, indistintamente) que para aliviar espirituales penas, a base de las preguntas del protagonista, pura curiosidad infantil de asombrosa lucidez, que desarman las irracionales entelequias religiosas, o no, que se rearman con otras de engañoso autoconvencimiento.

Ahora algo de sabiduría ajena que nos ayude a no negar reiteradamente la evidencia:

 - "Dos negaciones afirman; pero tres no confirman".  (refrán).

 - "Nos empeñamos en negar una evidencia cuando una creencia resulta invulnerable a la crítica o a los hechos que la contradicen, cuando no aprendemos de la experiencia".  (José Antonio Marina).

 - "El hombre siempre está dispuesto a negar todo aquello que no comprende".  (Pascal).

 - "La curiosidad intelectual es la negación de todos los dogmas y la fuerza motriz del libre examen".  (José Ingenieros).

 - "Que cada cual siga su inclinación, pues las inclinaciones suelen ser rayas o vías trazadas por un dedo muy alto, y nadie, por mucho que sepa sabe más que el destino".  (Benito Pérez Galdós).

Besos y abrazos,

Don.
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