¡Buenos días!
Sí, son mi muy particular
verdad mañanera; y otra vez sí, me reafirmo en lo dicho. No tengo la menor duda
de ello... o sí, bueno, ya no sé. Desde luego creo que me producen un gran
bienestar mientras vivo en ellos, porque aquí no hay dogmáticas verdades, que
cada cual, en su libre albedrío postule las suyas, tan ciertas como las de los
otros, o no. El otoño ni reniega de sí mismo ni se reafirma, que tras las
pasadas lluvias del fin de semana y ayer lunes, sigue a su bola, pero no en
bolas, siendo tal cual es, pero todavía sin lucir sus mejores hábitos para mí,
a saber, con algo más de frescor y medio nudistas copas arbóreas con tapizado
suelo de hojas caídas. De momento, hoy sol y máxima prevista de 19ºC por los
madriles, y con la racional esperanza de que su apoteósico advenimiento llegará
en unas semanas.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "El apóstata", de Federico
Veiroj, y con Álvaro Ogalla, Marta Larralde, Bárbara Lennie, Juan Calot, Vicky
Peña, Kaiet Rodríguez y Andrés Gertrudix. El actor protagonista de esta
historia, basada en una vivencia personal suya, es no profesional y también
coguionista junto al director (y otros) de este film, el tercero suyo y primero
que veo de él.
Un joven, recién
treintañero, acude al obispado con la intención de apostatar del catolicismo.
Pero se topa con la absurda maquinaria burocrática eclesial. Mientras dura el
kafkiano proceso sigue con su inmadura, desganada e indolente vida estudiantil
de impenitente repetidor de la última asignatura que le queda para acabar la
universidad, mientras se alivia carnalmente con su prima.
Una extraña película (nota:
4) con su puntito de originalidad y que a ratos sueltos me
interesó, pero que en su conjunto no me acabó de llegar, y eso que cuestionar
el absurdo de las cosas, de la iglesia en este caso, me suele atraer mucho.
Historia de ficción a modo de parábola, sin enseñanza moral o moralina alguna,
de soterrado sarcasmo, punteada por los oníricos delirios del extravagante
protagonista perdido en el farragoso laberinto de la burocracia eclesial, y en
las inconsistencias de su propia vida, que busca también renegar de sí mismo,
de su pasado, y tratar de reencontrarse y empezar a crecer.
Se critica la organización
eclesial, hecha más para recaudar (almas y bienes materiales, indistintamente)
que para aliviar espirituales penas, a base de las preguntas del protagonista,
pura curiosidad infantil de asombrosa lucidez, que desarman las irracionales
entelequias religiosas, o no, que se rearman con otras de engañoso
autoconvencimiento.
Ahora algo de sabiduría
ajena que nos ayude a no negar reiteradamente la evidencia:
- "Dos negaciones afirman; pero tres no
confirman". (refrán).
- "Nos empeñamos en negar una evidencia
cuando una creencia resulta invulnerable a la crítica o a los hechos que la
contradicen, cuando no aprendemos de la experiencia". (José Antonio Marina).
- "El hombre siempre está dispuesto a
negar todo aquello que no comprende".
(Pascal).
- "La curiosidad intelectual es la
negación de todos los dogmas y la fuerza motriz del libre examen". (José Ingenieros).
- "Que cada cual siga su inclinación,
pues las inclinaciones suelen ser rayas o vías trazadas por un dedo muy alto, y
nadie, por mucho que sepa sabe más que el destino". (Benito Pérez Galdós).
Besos y abrazos,
Don.
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