martes, 5 de mayo de 2015

Matutino agridulce

¡Buenos días!

No es que éste, ni ningún otro matutino lo sea por sí mismo, sino que todos saborean y disfrutan amablemente de las dulzuras y acritudes, cuando no amargores, de lo que esta vida nos depara, tratando de conjugarlos con suave armonía, tal y como hacen las buenas mandarinas en nuestro deleitado paladar. Y como esta misma primavera hace también con nosotros, en pasados días con dulce calor de muy suave verano, y hoy mismo (máxima prevista para hoy de 21ºC), con algo de ácido frescor que burbujee en nuestro ser. Las eventuales amarguras climáticas quedarán, si acaso, para algunos grises días del melancólico otoño, que ahora no tocan.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Mandarinas" ("Mandariinid"), de Zaza Urushadze, y con Lembit Ulfsak, Elmo Nüganen, Giorgi Nakashidze, Misha Meskhi, y Raivo Trass. Coproducción entre Estonia y Georgia que este año fue candidata al Óscar y al Globo de Oro a mejor película de habla no inglesa.

En los primeros años noventa del pasado siglo, justo tras la disolución de la URSS, durante la guerra de Abjasia, región que quería independizarse de Georgia, un par de ancianos vecinos que allí viven solos y aislados, uno carpintero que hace cajas para mandarinas, y el otro que las cultiva en su finca, hijos de emigrantes estonios en Georgia, y que por diversos motivos no quisieron regresar a Estonia con sus familias para escapar de la guerra, acogen en la casa del carpintero a dos soldados muy malheridos tras una escaramuza entre contendientes de ambos bandos, justo en las inmediaciones del campo de mandarinos, un mercenario checheno que lucha en pro de los abjasios, y un soldado georgiano, habiendo fallecido el resto de ambas patrullas. El anciano anfitrión tratará de curarles sus heridas, no sólo las físicas, sino también las emocionales, obligándoles a convivir mientras estén en su casa, mediante su sereno y firme talante.

Una estupenda película (nota: 8), que os recomiendo, y tan deliciosa como degustar una buena mandarina, este drama antibelicista, muy humanista, que muestra de un modo sencillo la palmaria insensatez de las guerras, siempre motivadas por el dinero y la riqueza pero se venden como exacerbación de inexistentes diferencias entre los hombres, tales como la patria, la religión, el idioma, y demás memeces que muchos borregos siguen irreflexivamente. Esta historia nos muestra gente de difusa nacionalidad viviendo en países de fronteras movedizas según las ventoleras de la historia; gente que se cree, o les hacen creer, enemigos, pero que pueden convertirse en amigos a poco que se rocen, no precisamente en el sentido de discutir (o sí, en su buen sentido), sino en el de trato y conocimiento mutuo, vis a vis, ausentes de prejuicios grupales.

Por eso de encerrar a "irreconciliables" enemigos en un pequeño coto cerrado me recordó a "En tierra de nadie" ("Ničija zemlja", "No man's land", 2001) de Danis Tanovic, o a "Perdidos en la nieve" ("Into the white", 2012) de Petter Næss, por citar dos films recientes que recuerdo, así, a bote pronto; y también a "Los limoneros" ("Etz limon", 2008) de Eran Riklis, por las obvias referencias cítricas, y por resaltar lo absurdo de todo conflicto.

Ahora algo de sabiduría ajena, que nos aporte calmado sosiego para analizar lo que nos rodea, y no saltar por un quítame allá esas pajas:

 - "La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran".  (Paul Valéry).

 - "Todas las guerras son santas. Os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener al cielo de su parte".  (Jean Anouilh).

 - "La guerra es un juego que los reyes, si sus súbditos fueran inteligentes, no jugarían jamás".  (William Cowper).

Besos y abrazos,

Don.
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