martes, 16 de diciembre de 2014

Matutino de Jauja

¡Buenos días!

Sí, en estos ideales y paradisíacos matutinos es donde mis fantasías e ilusiones se desbocan, especie de Arcadia en la que me solazo cada mañana, y casi me pierdo, pero encuentro la salida a la realidad gracias a mis bien amadas hadas y ninfas, faros que me guían en ambos mundos, en todos los posibles que podamos imaginar. Y solazo, precisamente solazo, no hay esta mañana, oculto tras las nubes, pero cada vez se van abriendo más y terminará por lucir a raudales, haciéndonos concebir esperanzas, nada ilusorias, de que todo prosperará.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Jauja", de Lisandro Alonso, y con Viggo Mortensen y Viilbjork Malling. Es el quinto largo de este director argentino, y primero suyo que veo, que ganó un premio en Cannes. Jauja es una ciudad peruana que existe realmente y que quedó como símbolo de tierra mitológica de abundancia, felicidad y ausencia de enfermedades, dada la fertilidad de sus tierras y los ríos de plata que corrían por sus montes (en realidad vetas superficiales de ese metal). Poco a poco la leyenda fue creciendo desmesuradamente... y todos los que se fueron a buscar ese paraíso terrenal jamás volvieron.

A finales del siglo XIX, en la Patagonia, durante una campaña genocida del ejército argentino contra la población aborigen de la región, un capitán danés llega, junto a su hermosísima hija de 15 años, para trabajar como ingeniero en un remoto destacamento militar en medio de la nada. Ella se enamora de uno de los soldados y una noche huyen juntos. Al despertar, el padre iniciará en solitario la desesperada búsqueda de su hija.

Una película de muy buenas hechuras formales, preciosa fotografía, y tan crípticamente simbólica que apenas pude sacar nada de ella, que nada me dijo, y eso que intenté ver la desesperada búsqueda sin éxito de quimeras amorosas (de pasiones juveniles, de padres hacia sus hijos que piden a taciturnos gritos la emancipación, etc.). Ni siquiera el éxtasis contemplativo de sus imágenes me sacó de la atonía de su trama sin sentido, del incomprensible y metafísico viaje de su protagonista, casi alucinatorio. Otra vez, formato sin fondo, lo que hizo que se me deshilachara hasta desvanecerse por entre mis neuronas y corazón, que ni me emocionó ni interesó intelectualmente. Vacua pérdida de tiempo, salvo por la fotografía de monumental belleza.

Ahora algo de sabiduría ajena, que seguro nos ayuda a ser algo más felices y a conseguir nuestros logros, sin vanas ilusiones:

 - "La tierra de Jauja, donde se come, se bebe y no se trabaja".  (Refrán).

 - "Nuestra experiencia se compone más de ilusiones perdidas que de sabiduría adquirida".  (Joseph Roux).

 - "Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde".  (René de Chateaubriand).

 - "Prefiero pasar por necio o estúpido, con tal de que mis faltas me den placeres o ilusiones, que ser sabio a rabiar".  (Horacio).

 - "La dicha está sólo en la esperanza, en la ilusión sin fin".  (Guy de Maupassant).

 - "Un instante de lucidez, sólo uno; y las redes de lo real vulgar se habrán roto para que podamos ver lo que somos: ilusiones de nuestro propio pensamiento".  (Emil Cioran).

Besos y abrazos,

Don.
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