jueves, 16 de octubre de 2014

Otoñal matutino que no hiberna

¡Buenos días!

Estos grises días de otoño que invitan a la modorra no parecen afectarme tras haberme quitado, no sin esfuerzo, las mañaneras legañas, mucho más sabiendo que en breve, quizás ya esta misma tarde, según pronostican los meteorólogos, las plomizas nubes cargadas de agua se desvanecerán y volverá a lucir el sol en los madriles durante varios días, con tan suaves temperaturas (máximas superando de nuevo con creces los 20ºC), remedo de las primaverales, que ni imaginar puedo todavía el lejano invierno y sus hibernaciones, con el que ni siquiera sueño, que ya llegará cuando tenga que ser, dejémoslo correr, y correteemos con alegría mientras tanto.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Sueño de invierno" ("Kis uykusu"), de Nuri Bilge Ceylan, y con Haluk Bilginer, Melisa Sözen, y Demet Akbag. Es el séptimo largo de este prestigioso director turco, de quien había visto hasta ahora sus cuatro últimos largos (me faltan los dos primeros), a saber, "Érase una vez en Anatolia" ("Bir zamanlar Anadolu'da", 2011), "Tres monos" ("Üç maymun", 2008), "Los climas" ("Iklimler", 2006), y "Lejano" ("Uzak", 2002).

Un actor jubilado dirige un pequeño hotel en una remota aldea de la Capadocia con la ayuda de su muy joven y bella esposa, con la que convive pero hacen vidas separadas pues ya no conectan sentimentalmente, y de su apesadumbrada hermana, recién divorciada. Además vive de las rentas de sus varias casas alquiladas. Llevan una vida tranquila y muy desahogada económicamente, dedicándose él a escribir artículos periodísticos, y ella a obras de caridad, a la par que su hermana todo lo critica; ambas dos se aburren. Llega el invierno, y a medida que los últimos turistas se van marchando y la nieve empieza a caer, la región se aísla, el tiempo fluye más lentamente, y afloran las penas y miserias de los personajes, tan recluidos del mundanal ruido, muy especialmente tras un pequeño incidente provocado por un niño del pueblo.

Una muy buena película esta especie de drama psicológico, de espléndida factura visual, como siempre en este director, de sosegada narración y desolados paisajes en los que se recrea, pero esta vez de menor importancia relativa, pues está cuajada de intrincados y cultos diálogos, que apenas dejan resquicio a los silencios. Se reflexiona sobre diversos aspectos de la oscura naturaleza humana. Sin embargo su excesiva duración (más de tres horas y cuarto) me hizo luchar por no dar cabezaditas, a las que un par de veces casi me rendí al principio, pues estaba muy cansado (tuve que cerrar los ojos mientras oía el incomprensible turco). Sus continuas disquisiciones a veces me parecieron geniales y otras me parecieron huecas... normal entre tanta abundancia. Como ya dije de otro film anterior suyo, si la hubiera recortado en duración (bastante más en esta ocasión), muy posiblemente le habría quedado una obra maestra. Aparte de los varios aforismos y citas que se mentan en el film, creo que debería haber tenido presente este muy sabio de "lo bueno si breve, dos veces bueno".

Ahora, además de la que se destila del film, algo más de sabiduría ajena que seguro nos despierta de algún que otro letargo mental:

 - "El arte de escribir consiste en decir mucho con pocas palabras".  (Anton Chejov).

 - "No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo".  (Óscar Wilde).

 - "Raro y celestial don, el que sepa sentir y razonar al mismo tiempo".  (Vittorio Alfieri).

 - "Es difícil decir quién nos hace en la vida más daño, si nuestros enemigos con su peor intención, o nuestros amigos con la mejor".  (George Bulwer-Lytton).

 - "El hombre actual ha nacido o bien para vivir entre las convulsiones de la inquietud, o bien en el letargo del aburrimiento".  (Voltaire).

Besos y abrazos,

Don.
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